Lavandote las tangas[Nadine]

Las manos de la pelinegra estaban maltratadas, después de golpear aquel enfermero con todas sus fuerzas, el agarre hizo que sus dedos se rasgaran. Todo había pasado demasiado rápido, a pesar de aquel castigo la chica no entendía, y salía todo lo que podía evitando estar encerrada en su habitación, la revelación de Madonna sobre la muerte de su secuestrador la había estabilizado sobre sus miedos. Camino sin rumbo fijo hasta notar la sombra de alguien conocido, una sonrisa se dibujó en su rostro ampliamente, ella lo siguió.

La vos de Bob la hizo sonreír, por primera vez iba a conocer la oscuridad que el tanto hablaba, la chica se recargo en el marco de la puerta cruzando los brazos. - No imagine encontrarlo en este lugar - La chica lo miro de arriba abajo, los ojos de Bob estaban completamente negros, Nadine solo suspiro intentando poder conocer las reacciones de aquel hombre.

La chica se quedó tirada en el suelo demasiado adolorida, las piernas la temblaban demasiado, aquello había sido mucho pero por extraño, loco y estúpido que pareciera no quería salir de ahí, quería estar con el aun corriendo los riesgos más malos, sin importar que su vida se fuera en un sanatorio. Como pudo gateo hasta poder encontrarse frente a Robert, lo miro con nervios, con miedo, con duda, pero después de notar que él no reaccionaba, se acercó y le acarició la mano dándole un ligero apretón en esta - ¿Bob? ¿Me escuchas? – Pregunto la chica con un nudo en la garganta. Movió su brazo con más fuerza intentando despertarlo, ¿Qué había pasado? Eso Nadine no sabía, no entendía.

Se sentó como pudo aun adolorida, aun con aquellos residuos de sangre en el cuerpo, el dolor de este mismo y lo jalo para posarlo en sus piernas, para acariciar su rostro, verlo de esa manera le daba paz, pero también le daba miedo que no reaccionara – Caos, por favor vuelve, vuelve conmigo – La chica estaba desesperada. No tenía por qué estarle pidiendo eso, ni siquiera tenía por qué preocuparse después de lo que le acababa de hacer, pero ella sabía que la oscuridad había hecho eso, que su Caos no la lastimaría. Recargo su frente con la de él cerrando los ojos, sintiendo su respiración, dándose cuenta que aún estaba ahí aunque no la escuchará. Beso sus labios con delicadeza, acaricio su cabello, y suspiro – Por favor vuelve – Se separó un poco sin dejar de acariciar su cabello, recargo su espalda en la pared, asustada.

Se encontraba aun recostada, no sabía el tiempo que había pasado, no dejaba de contemplar el cuerpo perdido de Bob, se quedó pensativa por unos momentos, le dolía el cuerpo pero sabía que aquel dolor se le iría en cuestión de tiempo, observo su abdomen desnudo, las marcas que le había hecho, y las acaricio un poco, le dolían, pero era algo que se podía recuperar, esperaba. Muchas preguntas venían a su mente, por ejemplo, si alguien los veía o no, y si lo hacían por que no veían a rescatarles de aquel lugar. No era que quisiera eso pero se lo preguntaba, si había tanta seguridad o vigilancia, ¿Por qué en esos momentos no llegaban a ellos? Daba igual solo me importaba poder salir de ahí y ver los ojos claros de Caos.

Observó con emoción como se abrían aquellos ojos, sintió miedo pero ya estaba en ese lugar, sintió su tacto y cerró los ojos disfrutando de la textura de su piel, sonrió – Pensé que no volverías – Mencionó con un hilo de voz, se movió un poco observando como él se incorporaba y ella se abrazó de piernas aun observando las manchas de sangre que se habían secado en su cuerpo, le dolía todo pero reprimía los quejidos. – La oscuridad por poco me mata… - Dijo con tranquilidad mientras intentaba ponerse de pie buscando su blusa - ¿Te ha hecho daño? – Pregunto con miedo intentando no mirarle a los ojos, ¿por qué seguía con él? ¿Qué quería de él? Nadine no sabía aquello, pero su curiosidad era grande por eso se quedaba.

La chica se hizo un poco para atrás al notar que él se había acercado, pero se quedó tranquila cuando esté limpio su abdomen – Ouch – Fue lo único que pudo pronunciar cuando este la limpiaba, le dolía muchos, ya que las cortadas habían sido un poco profundas, más bien demasiado profundas, los ojos de Bob estaban claros, como aquella primera vez en que lo había visto, no veía nada malo en ese momento, ni un brote de maldad, por lo cual relajo su cuerpo semidesnudo dejando que este la limpiara bien, escuchaba con atención lo que él le decía. Sólo se limitó en asentir.

-Yo no sé, no sé qué pensar… - Bob termina de limpiar sus heridas, después sus lágrimas y sonrió a medias – No sé cómo puedo ayudarte a calmarlo, y me da miedo – La chica al menos era sincera, se levantó del suelo ejerciendo toda su fuerza en sus manos que la ayudaban a recoger su peso y mantenerse en pie, camino por la lavandería hasta que en medio de dos secadoras de ropa encontró su blusa, se agacho un poco temblorosa para recogerla, comenzó a colocarse la blusa, y lo miro de reojo – A la oscuridad le puede molestar que te ayude a controlarla, puede volver y terminar de hacer lo que hacía – La chica busco unos pantalones limpios por el lugar y se quito los suyos llenos de sangre por el desgarre que había tenido, se puso los limpios y metió a una de las lavadoras el pantalónsucio.

Aquellos ojos verdes se llenaban de lágrimas de vez en cuando aun sintiendo dolores en el cuerpo, pero estaba volteada, dándole la espalda al cuerpo de un Robert que la había lastimado, que le había hecho mucho daño, eso la estaba matando por dentro, no la agresión física, más bien la cierta indiferencia que él podía mostrar ante ella, él no notaba lo que la chica quería decirle, el por qué estaba ahí aguantando todo, le gustaba estar a su lado pero ya nada era claro y era mejor sacarse esas ideas de la mente. Limpió aquellas lágrimas, buscó el jabón de la lavandería y comenzó a ponerlo en la lavadora, carraspeo un poco la garganta intentando aclararse un poco – Entiendo – Fue lo único que pudo pronunciar en un principio, intentando no decir demás, intentando no hacer más complicadas las cosas.

Se quedó pensativa, Bob no le dejaba nada claro y eso le frustraba, lo único que entendía era que la oscuridad los dejaría en paz en sus próximos encuentros… Si es que los tenían. – ¿Cuáles son tus intensiones? – Pregunto curiosa, si eran cosas que sabía la oscuridad eso quería decir que eran aparte a sus planes dentro de aquel castillo, por eso le daba curiosidad. Se giró mirándolo a los ojos firme, uno dedo se colocó en su barbilla como si estuviese pensativa - ¿Entenderte? ¿Por qué tendría que hacerlo Caos? – Estaba seria pero era normal, aquello la había lastimado demasiado - ¿Qué deseas de mí? – Eso si merecía saberlo después de lo mal que lo había pasado.

Aquel par de hermosos y grandes ojos azules no entendía en un principio, estaba curiosa, bastante de hecho ya que le interesaba lo que él podía pensar o querer, pero mientras este iba hablando todo era claro. Era muy obvio que todo lo que giraba alrededor de Caos era su dualidad, era lo único que a él le podría importar, dejo de pensar en aquello, era mejor concentrarse en evitar sentir aquel dolor a causa de las marcas de su abdomen. Se quedó pensativa por unos momentos, y después sintió las manos de Bob recorrer los botones de su blusa, desabrochándolos, sintió un poco de escalofrío recordándolo lo que había vivido unos instantes atrás, pero después sintió seguridad, soltó un jadeo ligero al sentir los labios y la lengua de Bob sobre ella, se acomodó encima de la lavadora dejando que él la limpiara de aquella manera, no era la primera vez que el probaba su sangre, o ella la de él. – Gracias – Susurró para él mientras acariciaba su mejilla con suavidad.

La primera vez no se había tomado el atrevimiento de estudiar bien su rostro, Robert probablemente tendría unos cuatro o cinco años más que ella, a pesar de estar entre su oscuridad y su claridad, ambas ya vistas por momentos por ella, pensaba que era interesante - ¿Te gusta mi sangre? – pregunto divertida mientras observaba como la limpiaba por completo – La oscuridad, puede ser peligrosa pero es interesante – Repuso la chica en tono seguro.