Sweet Nightmare .::Nadine::.

Nadine no podía ver ese tinte negro en los ojos de la pelirroja, cosa que le pareció demasiado extraño, algo pasaba atrás de ese par de ojos hermosos. Se preguntó que sería. Dentro de aquel manicomio se sentía a gusto solo con algunas pocas personas y Rhea era una de ellas, a pesar que sabía que no era alguien muy bueno o cuerdo le gustaba su compañía. Soltó un suspiro inquieto al ver que la sangre no paraba de salir – Estaré bien – Su voz era temblorosa, pero la pérdida de sangre era obvia y eso la afectaba. Estiro sus manos a ella para que le envolviera estas con la parte de su vestido. La pelinegra no se sentía tan mal como debía estar, ya no quería ser débil, no quería caer por nada, su cuerpo ya había sido dañado tanto que parecía que los dolores ya eran normales.

Observó a su acompañante de reojo – La pregunta es ¿Tú estás bien? – Algo pasaba en ella. Algo que llenaba a Berryman de curiosidad. Gateo un poco hasta alejarse de los cristales y se sentó a su lado – Hace días que no te veía, pensé que te habían trasladado– Se abrazo a sus piernas observando un poco el vendaje que se ponía rojo a causa de la sangre que evitaba que saliera - ¿Cómo te fue en el escape? – Pregunto curiosa girándose para verla de frente, le retiro del rostro un mechón de cabello colocándoselo detrás de la oreja mientras sonreía.

Soltó un quejido al sentir como apretaban su mano y se movió con brusquedad soltando el agarre – No me toques de esa manera, menos si estoy lastimada – Se había molestado ya que estaba adolorida, y desde que se había levantado no estaba de humor. Se quedó mirándola por un momento – Deberías ser un poco delicada si quieres que te de mi sangre – La miro de manera retadora y se levantó se su asiento avanzando un poco hasta recargarse con el marco de la puerta. – Podría dártelo, siempre y cuando entremos a un buen trato – Se quedó callada por unos momentos y carraspeo su garganta. Su mirada no se despegaba del delicado cuerpo de Rhea.

Observó su mirada oscura de nuevo y se sintió familiarizada – Tienes que contarme todo de ti… ¿Por qué estas encerrada? ¿Por qué sentí hace unos momentos que hablaba con una desconocida? – Nadine comenzó a quitarse el vendaje de sus heridas, dándose cuenta que aun chorreaba sangre, era normal sus heridas habían sido profundas, pero dada la hora no quería interrumpir en la enfermería. ¿Qué explicación daría al respecto? – Tomaras, sólo un poco de mí, hasta que yo diga, te daré sangre las veces que quieras siempre y cuando tu hagas cosas que a mí me gusten en algunas ocasiones – Curveo sus labios formando una sonrisa llena de malicia mientras estiraba su mano a su dirección.