Si te subes, no te bajas… (Privado)

Los autos me gustaban, me parecían atractivos pero lo mío eran los poderosos caballos. Siempre preferí lo salvaje por encima de lo citadino. Observaba todos los autos que había en la cochera, eran de múltiples colores y diferentes modelos, yo no sabía mucho de autos pero si sabía manejar. Avancé entre los enormes armatostes y me quedé observando uno hasta que me ví reflejado en el cofre de uno, gruñí y avancé.

Escuché pasós y olí el aire, olía a cigarrillos. -¿Ine...?- pregunté con suavidad y busqué al culpable de los ruidos. Me desilucioné al ver al joven, no lo conocía pero lo recordaba de la celda de castigo. Me quedé sólo parado y fruncí el ceño, no me agradaba mucho por como lo trataba Lorraine. ¿Era Garfio? Negué ligeramente y agaché el rostro viendo el suelo.

Sus palabras fueron afiladas como cuchillas en mi corazón, él tenía razón, era mi culpa lo que el imbécil del celador le había hecho. Yo no quería recordarlo y no me atreví a contestar la pregunta. El aluminio de la camioneta ardió sobre mi rostro pero no dije ni hice nada, si se quería desquitar estaba bien, al final tenía yo la culpa -Lo lamento...- musité despacito, no para que me soltara, si quería acabar conmigo estaba bien, yo lamentaba lo que había pasado ése día en el salón de baile.

-Si, fue mia la culpa...- me giré y lo empuje usando un poco de mi fuerza pero no era mucha, aún no estaba recuperado. Me erguí y hubo fuego en mi mirada, quién diablos se crno meeía. él era un garfio diferente, odioso como el original, algo comenzó a agitarse en mi corazón, algo similar a la rabia y los celos porque él hablaba como si Lorraine le perteneciera.

-Pues éste imbécil es su novio y te pido de la manera más atenta que te alejes de ella...- le guiñé el ojo, el puño se estrelló contra el cristal y ví fluir mi propia sangre, no me importó. Sus golpes en mis tobillos no dolieron pero perdí el equilibrio, caí sobre el suelo y recibí sus patadas hasta que tomé uno de sus pies en el aire y lo aventé, me le fuí encima a darle un par de puñetazos. Su nariz hizo un sonido y lo dejé de golpear me puse en pie y respiré agitado. -Alejate de ella...- le dí la espalda y avancé limpiandome la sangre de los labios y guardando mi mano lastimada ahora en mi rompevientos. ¿Quién diablos se creía el engreido ése? El cuerpo me dolía bastante, tenía muy sensible los lugares donde me había golpeado el cretino, negué ligeramente y suspiré, no tenía ganas de ir a la enfermería.

-Atente...es todo lo que te diré y lo que pase entre ella y yo...es sólo de ella y mio...- le dije viendole con fiereza, quién se creía. Era un tipo demasiado engreído. A mi no me importaba si eran amigos o no, pero para mi era claro que él no la veía como una amiga. Si ella quería llevarse con el estaba bien, pero que él recordara que Lorraine tenía novio.
Cuando avanzaba soltó otra serie de cosas y negué ligeramnete -Perro que ladra no muerde... y si muerde le rompes el hocico...- fue todo lo que dije y escuché que se retiraba, yo tomé mi camino, ya no tenía ganas de ver autos. Me sentía demasiado molesto y me dolía el cuerpo, tendría que ir a la enfermería por calmantes y que me limpiaran la mano. seguramente nos volveríamos a ver, éso podía darlo por hecho, y la proxima vez no le iría bien.

Entre las sombras empieza a salir humo, se ubica en unos de los rincones, es un humo espeso de tabaco forjado. Un hombre aparece a la vista de los dos jóvenes que acaban de reñir. El hombre es de estatura alta, ojos marrones y tiene roto el labio inferior y la ceja morada izquierda la tiene hinchada. Su ropa de frio es notoria, con unas botas que podrían ser de alguien del ejército. La herida parecía fresca y su mirada parecía opaca, una sonrisa se dibuja en su boca y con sus dientes muerde el cigarrillo caminando con trabajo, cojea de una pierna. Mira a ambos jóvenes que están ahí, antes que pudiera salir Blake choca con él, parece fuerte y hace detener al joven. Su mirada es inquietante y sus labios cuarteados por la sed hacen que la herida de su labio se rompa y brote la sangre haciendo que corra por la barbilla.
-Las batallas deben ser por motivos que unifiquen los grupos, no que los separen…-dijo el hombre con una voz áspera, mientras se acomodaba el pantalón del lado que cojeaba haciendo una mueca de dolor, parecía un interno y el pantalón humedecido dejaba una estela de sangre cuando este caminaba, el hombre tambaleó un poco sobre el joven francés y luego miró al muchacho piro maniaco- El fuego no siempre ayuda a sacar las dudas que tenemos dentro, solo lastima a la gente que queremos… el fuego mata. –Su mirada apagada se dirigió hacia el frente mientras seguía arrastrando su pierna herida- Cuando escuchen el cascabel, deben alejarse enseguida.

Sin siquiera esperar que estos jóvenes digan algo más camina tambaleante fumando su cigarro que seguía dejando ese espeso humo con un olor inquietante de tabaco con clavo. La estela de sangre siguió la nieve junto con su andar, pero desapareció en un golpe seco ante sus ojos.