Encuentrame (Privado)

Escuché su comentario y negué ligeramente, no quise contestarle y prefería besarle profundamente urgando su boca con la punta de la lengua. Me estremecí al sentir el tácto de sus manos bajo mi camisa, dejé que me recorriera como quisiera y yo hice lo mismo pero con sus piernas. Mis labios bajaron por su mentón hasta llegar a su cuello, dandole besos candenciosos que se hicieron más incitantes poco a poco.
Ceñí con fuerza sus gluteos y le hice sentir que comenzaba a desearle, quizás no era un lugar propio para ése tipo de cosas pero no me importó. Continué torturando su cuello con besos pequeños y a veces mordisqueando con suavidad. El viento corría delicioso y sólo me incitaba más y más a continuar con caricias prohibidas en lugares prohibidos. Mis manos un poco más diestras bajaron a su entrepierna y acariciaron con sutileza ésa zona.

La camisa que cubría mi torso fue desabrochada hábilmente y yo no hice nada para impedirlo. Una sonrojez tiñó mi rostro al ver su mirada sobre mi pecho, me daba un poco de verguenza pero no dije ni hice nada. Lamí plenamente el caminito de su cuello, dejé una que otra marca de dominio sobre éste. Así sabrían que Lorraine tenía dueño, particularmente el tal Blake. Sus manos bajaron lentamente por mi entrepierna y lo disfruté como nunca. Ella era ágil y pronto tuvo a su disposición mi intimidad, excitandole con cada caricia. Mis dientes dieron cuenta sobre su cuello con cada escalofrío que me recorría al sentir ésas caricias candentes sobre mi hombría. Sus gemidos me ponían mal y comencé a gruñir como un animal salvaje que necesita saciar sus instintos.

Hubo un brillo particular en mis ojos al verle girarse y exponer mi virilidad fuera de mi pantalón. Si, ella era mi dulce Wendy Darling y ésta noche seríamos un par de salvajes sin límites en una jungla de asfalto. -Seré tu Pan pero no un niño perdido, si no un hombre perdido en el mar de tus emociones y tú cuerpo que representa mi templo...- le hablé al oido mientras la cargaba con fuerzas apoyandola contra la pared para no tener que cargar con todo su peso, que aunque no era mucho no podía mantener mucho tiempo sin ayuda por mis músculos aún en recuperación.
Su ropa interior la arranqué con una mano y acerqué mi hombría a su intimidad, la penetré a fondo de una sola embestida y esperé a que ella se amoldara a mi. Mi boca cruel, buscaba complacer a su cuello, disfrutando de cada gota perlada de su sudor.

Terminé agitado recargándome contra una pared del extenso pasillo, fuera y lejos de la torre. Aspiré con fuerza el aire para que se expandieran mis pulmones, tenía acelerado el pulso y definitivamente no me sentía nada bien. Cuando pude controlar mi respiración me quedé observándole, escuché sus preguntas y le asentí despacio con un movimiento de cabeza. -Fue real Ine...- fue lo único que alcancé a decir y tomé su mano para acercarle a mi -Prométeme que cuando escuches el cascabel deberás correr, no importa lo que estés haciendo...- le vi con preocupación en el rostro, quizás no me creería lo que habíamos visto el francesito y yo pero era muy real. El viejo errante que vimos fue muy serio en decir que nos alejaras del lugar en cuanto escucharamos el ding dang del cascabel. -Ahora vamonos...- tomé su mano con firmeza y caminé alejandome todo lo que podía, quizás era hora de dormir, mi abuelo era sabio, decía que las noches se habían diseñado para dormir, no para jugar...