Lineas [Samuels]

Soltó un suspiro lleno de alivio al escuchar esas palabras, ahora ella podía volver a decir que él era un héroe, y no un simple héroe, era su héroe personal. La sonrisa de aquellos labios carnosos y rojizos no podía borrarse de su rostro, era evidente que estaba bastante bien, era evidente que se sentía segura, que se sentía feliz y que todo rastro de recuerdo malo se había esfumado.

Recordó ahora algo bueno, aquellas clases de pintura que desde pequeña había tomado, era una artista nata, todos se lo habían dicho, su primer gran obra había sido a los seis años cuando pudo retratar un paisaje que si madre había tomado en una fotografía – Desde antes del secuestro – Su voz sonaba firme y sin dolor, segura de sí misma. ¿Natural? Si le hablaba de manera natural, era extraño, nunca había contado eso, pero Samuels le daba confianza - ¿Te gusta? – Pregunto nerviosa sus obras eran parte de su punto debil.

¿Desde antes del secuestro? Ahora entendía. No dije nada y me quedé escuchandole con antención, no quise cuestionarle con respecto a su pasado tortuoso, no era bueno, aunque me intrigaba saber como había afectado ése incidente para que ella llegara a un lugar como éste. -Si, son bonitas. Aunque soy neófito en ése arte...- confesé tímido y me quedé viendole fijamente. Alcé la vista y ví algunas de sus pinturas que no estaban tiradas, era buena, tenía que admitirlo y no se necesita ser crítico de arte. -¿Por qué la pintura y no otro arte?- no es que la pintura no fuese excelente, sólo quería saber porque ése arte y no alguno otro.

Recargué la espalda sobre la pared fría y me quedé esperando su respuesta. La rompe vientos la saqué y se la dí para que se cubriera, quizás podría tener frío. El salón de pintura para mi estaba húmedo y frío, me acomodé la camisa negra de manga larga y me quedé observando mis botas de montaña, moviendose de un lado para otro de manera nerviosa. -¿Vienes de muy lejos?- me cuestioné de que País sería, su acento no lo reconocía, yo no era de la zona, así que era probable que ella tampoco.

-Saldremos de acá, ya lo verás...- le aseguré y me acerqué a ella, si me gustaba bailar pero ahora era mucho trabajo poder moverme, aún me dolían los músculos. -No es que no quiera, sólo no puedo. No ahora...- comenté y mi mirada agarró otro brillo al escuchar su pregunta. No me gustaba hablar de éso, gruñí y me quedé frente a un ventanal, viendo la oscuridad de la noche. -Me quemé...- contesté finalmente y acaricié el marco de la ventana. Esperaba que se conformara con ésa respuesta, aún me daba pena decir como es que me había quemado.
La noche estaba tranquila, ni si quiera el viento jugueteaba con los árboles. A lo lejos a veces se escuchaban gritos, gritos llenos de desesperación. Me giré para verle, odiaba estar en un centro para locos. -Verás tengo un problema con el fuego y bueno...yo...yo no puedo controlarlo...- confesé esperando que ya con éso ella entendiera que era como los psiquiatras me llamaba..."Piromaníaco".

La chica de cabello negro baila al tiempo en que tarareaba, ella era elegante y tenía una gracia inigualable en sus movimientos, era algo que le salía simplemente al natural, probablemente si ella no estuviera encerrada en un lugar como ese estaría probando suerte en alguna academia, en bellas artes, ese era su refugio, su salvación. Se quedo quieta al escuchar las palabras de Samuels, no sabía cómo reaccionar viendo cómo se ponía el chico, dio la vuelta sobre su propio eje y después se acercó a él mirándolo de manera firme – No te avergüences, no lo hagas, son cosas que pasan – La chica le tomó la mano dándole un ligero apretón – Yo no pude evitar que me secuestraran y ver todas esas cosas hace tiempo – Un nudo en la garganta se le había formado pero sonrió ampliamente para intentar darle calma como él se lo había dado a ella.

Escuchó aquellos gritos pegándose a la ventana para poder apreciarlos más – Hay alguien que sufre de la misma manera que nosotros en su tiempo, siempre tendremos esa compañía – El aire golpeaba el rostro de Nadine al sacarlo por la ventaba para poder respirar profundamente, podía sentir el olor a pasto mojado.

Ceñí su mano con la mía, me alegraba que ella no me juzgara. No estaba seguro de que fuesen cosas que pasaran, así como decir de manera "normal", sin embargo que Nadine me diera ésas palabras, significaban mucho para mí. Escuché con atención lo que decía y fruncí los labios, no sabía que decirle y preferí mejor quedarme callado, quizás mis comentarios con respecto a su secuestro no serían oportunos. -Tal vez algún día dejémos de sufrir o quizás nos acostumbraremos a hacerlo...- contesté viendole cerca de la ventana, con paso firme me acerqué lentamente a ella y le abracé por la espalda de manera fraternal y me quedé viendo hacía donde ella veía. -Me gusta la noche y ver el cielo, aunque aquí las noches no estén plagadas de estrellas y el silencio se vea opacado por los gritos desesperados...pero aún así me gusta la noche...- comenté sin dejar de abrazarle y aspiré el olor de su cabello.