Lineas [Samuels]

Escucho un poco la voz tranquila del chico, sonrió ampliamente y siguió trazando lineras horizontales en el cuadro blanco. La chica sintió la mirada del joven y giró su rostro para mirarle, dejó el pincel por unos momentos alado de la paleta de colores y se acercó a paso lento hasta dónde este se encontraba - ¿Tampoco puedes dormir? – pregunto con total tranquilidad, se dio cuenta que estar paseando por los pasillos no era algo que solo ella disfrutará, también la mayoría de los internos del lugar.

Se quedó recargada en el marco de la puerta observándolo, parecía que el chico era tímido, y no podía negar aquello ella lo era, pero ahora estaba segura de sí misma, no tenía miedo que alguien se la llevara y la encerrará porque no había hecho nada malo, aunque bueno eso era impredecible, como aquella vez hace tiempo. - ¿Quieres pintar conmigo? Es divertido y es buena terapia – Dijo de manera sincera mientras regresaba por su pincel, estiraba su mano, intentando dárselo.

Nadine, siguió pintando sin importarle mucho que hacía, sin decir más, sólo queriendo sacar todo lo que tenía dentro en aquel retrato, no es que fuera algo muy perfecto o entendible a la vista de todos, pero era algo que quería hacer desde hace tiempo, por eso se había asegurado desde el principio que no fuera de nadie esas cosas. – Algunas semanas – Dijo con voz firme, observo al chico que ahora estaba pincelando y sonrió - ¿Cómo te llamas? – Pregunto curiosa, sentándose a un lado de él para poder observarle con detenimiento, la luz de la luna entraba por la ventana, empezó a notar algo diferente en el rostro del chico, algunas ¿Cicatrices? Se preguntó que podría haberle pasado, pero se quedó callada y desvió la mirada para no parecer obvia o incomodarlo.

Se quedó sentada observándolo con una sonrisa en los labios, aquello era una buena terapia, para todos, incluso para el que no sabía cómo mezclar una pintura con otra podría ser lo más fascinante, los movimientos de las manos y los colores hacían que fuera divertido, que sintieras que el cuerpo se te desesteraba, una especie de paz por aquello, y un placer inmenso que te hacía querer permanecer ahí jugando, pintando, soñando.

-Nadine- Dijo de manera firme mientras dejaba su pince a un lado, se dirigió a la puerta, movió el interruptor de luz haciendo que la habitación se iluminara por completo. – Mira todas las obras hechas por todos los internos y alguno que otro vigilante, son hermosas - La chica pasaba a diario a contemplar los cuadros, incluso a intentar descifrarlos, le parecía divertido y le ayudaba a conocer un poco más de la mente de los otros.

La chica arrugo el rostro con desaprobación, estaba bastante molesta por las palabras de Samuels. Pero se quedo callada por unos momentos sentándose en el suelo bastante irritada, respiro varias veces profundamente intentando calmar el enojo, ella enojada podía cambiar mucho su manera de comportarse y al ver al chico tan frágil y temeroso no podía ser de una manera grosera con él, estiró sus piernas y coloco sus brazos a ambos lados recargando su cuerpo en estos mirándolo con tranquilidad – No eres un monstruo Samuels, no deberías decir eso, al menos no vuelvas a hacerlo frente a mí o no respondo – La chica lo miro de manera retadora, lo decía en serio le parecía algo ridículo que el pensará eso.

Se quedó pensativa por unos instantes – Acércate, podremos hablar de monstruos verdaderos, tú no eres uno – Le sonrió ampliamente intentando darle confianza, intentando que se relajara un poco, no le gustaba pensar que lo ponía de mala manera, pero a penas lo conocía y pensaba que tal vez había mucho más detrás de él, por eso tal vez el chico actuaba de esa manera. – ¿Crees que yo pueda ser un monstruo y así no te afectaría tanto el acercamiento? – Preguntó curiosa mientras le veía a los ojos con intensidad y sonreí relamiendo sus labios.

Le observe respirar y suspirar, por qué lo haría, no lo sabía. Me cohibí al observar como se acercaba hacía a mi gateando, por inercía mi espalda se arqueó y agaché el rostro. Me puse rojo al escuchar lo que decía e intenté sonreir pero fallé monumentalmente. Mi cabeza negó ante su pregunta y me quedé jugando con mis manos dentro de mi rompevientos. Sus muecas me causaban gracia pero yo era incapaz de gesticular, no pude reirme simplemente pero mi alegría al menos se veía en mi mirada ahora más expresiva.
Le entregué mi mano con timidez y me estremecí al sentir sus labios sobre mi dorso, besandole de manera sutil. Me encogí de hombros, no creía que ella fuera un monstruo y pudiera pertenecer al mismo grupo que yo pero no quise discutir con ella. -¿No te doy asco?- pregunté quedito refiriendome a acercarse a mi, a besarme la mano, verme si quiera...

Aquel par de ojos verdes se habían cerrado por completo intentando volverse uno con la oscuridad de aquella noche, sólo escuchaba su respiración, la de él y el viento que golpeaba con violencia los cristales de la ventana, aquel sonido la sobresalto haciendo que pegara un brinco en el suelo, observo a Samuels caminar a la salida del lugar, aquello la hizo tragar saliva, siempre tenía que pasar lo mismo, estar con alguien, este le agradaba, se cohibía, molestaba y al final se iba de su vida, dejándola sola, pero ella siempre había estado sola sin alguien que de verdad velara por ella, por lo que soltó un suspiro que se prolongó y después sollozo miedosa – Por favor no te vayas, no me dejes… por favor – La chica ya no quería hacerse más la fuerte quería a un amigo a su lado, aun acompañante, necesitaba de verdad de eso.


Se levantó de su oscuro escondite y se dirigió a él sintiendo como algunas lágrimas corrían de sus hermosos ojos, la chica estaba más pálida de lo normal – Tengo miedo, tengo miedo a que vengan por mi – Nadine nunca confesaba sus temores, pero una noche antes había tenido la pesadilla de un encierro, y que en ese encierro le hacían todas aquellas cosas horribles que había presenciado de pequeña durante un año. Lo miro y sintió como el cuerpo le temblaba, pero si él de verdad quería marcharse ella no podía hacer nada.

La chica intento sonreír cuando este cedió a su suplica, intento calmarse , intento no tener miedo pero aquello era imposible, Nadine no sabía que hacer, la pregunta la había descolocado por completo, nunca le había comentado a alguien de manera abierta lo que le había pasado, incluso su prima se había enterado por sus padres de los temores de la chica aquello había sido tan doloroso que ella no lo había demostrado, al contrario todo se lo había guardo por temor a que él volviera haciendo justicia si Nadine lo delataba. La chica cerro los ojos al sentir su roce y disfruto de este como si fuera el mejor, el que más disfrutaba, se quedó callada y después aquella imagen aquel hombre vino a su mente.

La chica comenzó a temblar, su cuerpo parecía tener reacciones eléctricas, - ÉL, ÉL ES EL MOUSNTRUO ÉL, DILE QUE SE VAYA SAMUELS DILE POR FAVOR – la chica chica corrió adentrándose al cuarto de pintura a su paso dejo caer algunos cuadros y pinturas tropezó dándose un fuerte golpe en el pecho, se levanto y después lanzo hacía atrás un cuadro sintiendo que alguien venía por ella – ÉL VIENE, VIENE POR MI, ÉL QUIERE HACERME LO QUE ELLOS – la chica abrió la ventana sintiendo el aire, si seguía aquellas ansias aun sería capaz de tirarse por la ventana, pero se dio la vuelta observando al chico – CORRE, corre que puede atraparte – La respiración se le agito haciendo que se mareara por completo.

No entendí que pasaba o qué veía ella, pero seguro era algo que estaba más allá de mi compresión humana. Corrí tras ella, no sabía exactamente a dónde nos dirigimos ni quién venía tras de mi pero corrí para alcanzarle. -Tranquila...- susurré con mi voz varonil y tratando de hacer uso de mis habilidades de persuación. -No pasa nada, yo te cuidaré...- le hablé con suavidad al oido y le acaricie las mejillas. No estaba muy seguro, no sabía si debía abrazarle o sólo quedarme frente a ella haciendo que me mirara.
Su mirada verde captó mi atención y por primera vez ví que ella sufría. Había algo que le había hecho tener miedo y no quise preguntar por temor a hacerle reaccionar nuevamente de ésa manera. -Aquí estoy yo...aquí nadie te hará daño...- le susurré nuevamente acercando mi rostro a ella pero no de una manera irrespetuosa si no todo lo contrario. Me quedé frente a ella y ví de soslayo el tiradero que había en el lugar, suspiré y me quedé callado.