Bailando con la libertad (libre)

Sus labios suaves rozaron los míos de manera fugaz. Entrecerré los párpados por inercía. Gruñí al escucharle y verle partir, claro era obvio ya me había usado. Sólo quería verme el rostro y ahora que sabía era un mounstruo haría lo que lógicamente hacían otras. -Disfrutalo...- me giré para irme, me sentí herido de alguna manera, pensé que ella era diferente pero no...era la misma mierda de siempre.

Sentía rabia y no pude aguantarla. Un espejo fue mi victima. Lo golpeé con mi siniestra hasta que se rompió, no sentí absolutamente nada puesto que el 90% de mi cuerpo no siente absolutamente nada. La rabia me inundaba el cuerpo, quería sentirme vivo y la única manera de hacerlo era con el fuego. Fuego que ahora no podía provocar, no tenía las herramientas.

Me giré al acto en el que me tomaba del brazo, le ví fijamente y observé que lo lamentaba, pero no sabía si era remordimiento o en serio lo lamentaba. Observé que tenía cigarrillos en las manos. -Te creo...- contesté o al menos eso intentaba, odiaba con todas mis ganas que la gente se apiadara de mí y peor aún que me tuvieran lástima. Le ví sentarse entre los cristales y negué ligeramente porque se lastimaría, hice lo propio y la tomé entre mis brazos para recogerle y sentarla sobre un lugar alejado de los cristales.

La sangre me escurría por la mano que había golpeado, lo hacía de manera copiosa. Observé cuando prendió el cigarrillo y me estremecí al ver el fuego. Un fuego brillante que acaparó pronto toda mi atención. Sin decirle nada tomé el cerillo que proyectaba el elemento y me quedé observandolo fijamente. La pasión me inundó y de pronto me sentí vivo, vivo como desde hacía un año no lo sentía.

No puse atención a lo que me decía, para mi sólo existiamos el pequeño cerrillo ardiendo y yo. La sangre continuaba saliendo de mi mano pero yo no sentía dolor por lo tanto ni si quiera me inmutaba, sólo podía hacerlo en ése momento por el fuego. No sentí cuando me agarró la mano pero si observé como azotó mi pequeño distractorio. Gruñí, no me agradó mucho lo que hizo y le ví con un odio profundo. El cigarrillo sobre el suelo comenzó a encender un poco el vidrio cortado que se encontraba en la duela del lugar, me sentí simplemente maravillado.

Ella cometió un segundo error, sacó una pequeña botella de alcohol. Se la arrebaté y la abri vaciandola completamente sobre lo que ardía. Acto seguido las llamas se propagaron activamente y más por la duela de madera. Me sentí fascinado, estaba como poseído. No me moví ni un centímetro pero ella me jaló a las afueras del lugar. Seguro nos regañaría o peor aún, éso sonaba a un castigo. Le tomé con fuerza la mano y corrí con ella alejandonos del fuego, me hubiese gustado quedarme a ver mi obra maestra pero terminaríamos mal parados.

Solté su mano al sentir que estabamos seguros, quizás más adelante no lo estaríamos. Ahora eramos culpables de un incendio y tal vez no deberíamos estar en los pasillos. Yo estaba extaciado, me sentía vivo como no lo estaba en tanto tiempo. -No lo sé...- contesté a su pregunta, realmente no lo sabía sólo tuve el deseo de que ardiera todo.

Creo que si tenía razón. Teníamos que escondernos, seguramente cuando se percataran del fuego, podrían dar con los causantes de éstos. Suspiré y me sentí avergonzado, acababa de meter en problemas a una chica que no conocía si quiera. -Lo lamento...- me disculpé viendole fijamente. Me sorprendió que estuviera riendo como loca, ahora si no desentonaba. Quizás era risa de nervios -¿Y ahora?- pregunté con curiosidad, teníamos que movernos de ahí y en cuanto antes mejor.

Me encogí de hombros por lo que decía, yo no la consideraba estúpida pero no hablaría de éso con ella, no ahora. Observé su mano fina y delicada en comparación con mi mano grande, gruesa y llena de cicatrices. Tragué saliva para darme valor y extendí mi mano siniestra para aceptar el pacto -Amigos...- dije intentando sonreir, aunque claro, no me salió.

¿Su recámara había dicho? no sabía que responder, jamás había estado en la recámara de una mujer. Suspiré pesadamente, no teníamos opción. Teniendo en cuenta mi expediente al primero que buscarían sería a mí. Asentí timidamente y le extendí la mano para que se pusiera en pie, me quité la chamarra y se la coloqué para que ella no tuviera frío al salir, total mi cuerpo era incapaz de sentir ciertas cosas, entre ellas cambios de temperatura -Vamos...- comenté y salí del lugar acompañado de la joven bailarina.

Justo cuando estabamos por salir escuché los pasó, no fuí lo suficientemente hábil y pronto ésos dos tipos de blanco sujetaron a Lorraine. Otro tipo más venía en camino, se le veía mal encarado, no lo pensé dos veces. No huiría sin ella. Tuve mucha ira, de esas pocas veces en las que yo solía enojarme. -Déjenla...- grité y me le fuí en carga al tipo que parecía el superior. Utilizando las técnica "del hombro" en americano, me incliné para golpearle con mi codo y hombro el pecho y hacerle caer.

No lo ví venir. Un golpe seco contra mi cuello, la macana del celador fue a dar directo contra mi cuello. Gracias al cielo no me quebró éste, caí sordamente contra los adoquines y escupí un poco de sangre. Me había lastimado pero yo no estaba preocupado por mi, si no por ella. Le ví fijamente y de manera retadora, gruñí. -Ella no tiene la culpa...yo fui quién incendió el lugar...- comenté con un ardor en la garganta, me puse en pie como pude y me quedé viendole fijamente. De nada serviría que yo me opusiera a la detención, suspiré pesadamente.