L a v a d o - d e - C e r e b r o (Libre 1pj)

por **Dylan Klint** Sáb Nov 06, 2010 4:36 pm

Los disparos cesaron tras mi partida, las miradas se volvieron nauseabundas y los aromas se congelaron en el tiempo. La soledad, la grata soledad continuaba observando silenciosa mis pasos, mis caídas, mis avances. Para entonces mi mente ya no debatía problemas como tampoco hacía reparos en los daños producidos por el tiempo.

Cuando mis sentidos respondieron a mi cansado andar, mi psiquis ya se encontraba viajando muy lejos de todas aquellas criaturas que intentaban acercárseme.

Dejo de escribir en el instante en el que me doy cuenta que me encuentro encerrado bajo cuatro paredes. En mi habitación hay tres camas, dos de ellas ya se encuentran ocupadas, aún queda otra vacía para alguna otra alma en pena. Decido salir y observar mi entorno… los asesinos conocen su alrededor en caso de problemas próximos, Y en mi vida los problemas era pan de cada día.

Me sorprendo al percatarme de las salas que posee el lugar, mas no le presto la mayor importancia. Acelero mi andar con un paso firme y crudo hasta la entrada del cinema. Entro preguntándome si en verdad pasaban películas o era una sala de lavado de cerebro como en la naranja mecánica.

Me siento en una de las butacas vacías en espera de que alguna película pase. Quizás el hecho de que haya entrado en medianoche podía interferir en el horario de funciones. Cierro los ojos para pensar en que sector del cinema estaba la lista para hacer funcionar la maquina yo. Es entonces cuando me levanto y emprendo una búsqueda minuciosa. Es sólo cuestión de suerte.

por **Layla Andersen** Sáb Nov 06, 2010 5:37 pm

Era tarde. Allás por las doce, pero no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos recordaba aquel altercado del restaurante... Y mi mente se llenaba de llamas rojas y gritos de desesperación.
Decidí despejarme. Cogí una chaqueta y salí. No sabía dónde me dirigía exactamente, hasta que llegué al cinema. No había entrado nunca, pero supuse que a estas horas no habría nadie. No quería compañía, y además, ver una película quizás me sacase de mi cabeza los desagradables pensamientos. Abrí la puerta con cuidado, y cuando descubrí la estancia vi una figura que no reconocí:
-Vaya, creía que a estas horas no habría nadie...- comenté en voz alta para que me oyese, pero intentando que mi tono no fuese maleducado.

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