Con demasiado tiempo libre... (Blake, Christian y libre)

Will abrió los ojos. Faltaban minutos para que dieran las siete de la mañana pero el sol, aunque débilmente, ya comenzaba a invadir su habitación. "Otro día en el paraíso" pensó mientras se incorporaba. Y no era sarcasmo. Había un algo de trágico en ese lugar que la reconfortaba. Probablemente era la única de los ahí confinados que lo veía de dicha forma. Se vistió con calma antes de echarse a andar con rumbo al comedor.

Permaneció completamente ausente, ajena a los que la rodeaban mientras desayunaba. No importaba el sabor de la comida, para ella daba igual comer una cosa que comer la otra. Era algo demasiado mundano como para prestarle atención. Además estaban las voces... el viejo castillo encerraba ecos de voces perdidas en un pasado dejado en el olvido. Y solo Will podía oírlas. Embelesada terminó de desayunar y se puso en pie para dirigirse al exterior. Llegó frente al estanque, helado en esa época del año. Sus aguas pálidas refulgían débilmente ante los rayos del sol invernal. Hacía frío, pero el frío nunca había sido problema para Will. Le gustaba el frío. El pasado ya no tenía el calor del presente ni la muerte tenía el calor de la vida. Y pasado y muerte eran las cosas que más le gustaban a Will.

Había algo sin embargo ese día en ella, que la hacía sentir solitaria. Cerró los ojos... las voces habían cesado. Sólo había silencio. Y el silencio dolía. Una voz terrenal y algo ruda interrumpió el curso de sus pensamientos. Abrió abruptamente los ojos. No se había dado cuenta de que tenía compañía. ¿Disculpa? ¿Dijiste algo? preguntó en todo dulce, poco habitual en ella. No era que le apeteciera más charlar con un vivo que con un muerto, pero en vista de que las voces habían callado, era preferible cualquier cosa antes que el silencio.

Los ojos de Will recorrieron el rostro del recién llegado. Tenía rostro de niño y evidentemente era más joven que ella. Repitió la pregunta y una mezcla de contrariedad y alegría la invadieron. Por un lado era emocionante descubrir que no era la única que oía las voces, pero por el otro era algo un tanto decepcionante. Esbozó lo que sin duda era un resquicio de sonrisa amable, una que llevaba mucho tiempo sin utilizar con nadie. ¿También tu las oyes? preguntó también con la misma naturalidad con la que le hubiera preguntado la hora. Su rostro se ensombreció tan pronto como había sonreído. Sí, hablaba con ellas, lo hago todo el tiempo... pero se han ido.su mirada se perdió en la lejanía."Me han dejado sola"agregó mentalmente. Volvió a sonreír abiertamente Supongo que regresaran pronto. . Otro chico se acercó a ellos. Dos personas eran un número considerable para alguien que acostumbraba a estar sola. Sin embargo. a Will no le molestó del todo la idea de conversar un poco con ellos. EStar ahí ciertamente le ponía de buen humor. Le dedicó una sonrisa apacible al recién llegado. En efecto es una mañana diferente suspiró profundamente al recordar que las voces se habían ido. Notó que el recién llegado miraba con insistencia hacia el viejo establo. Tal vez las voces estuvieran ahí.

OFF:

Blake escribió: Necesitaba buscar un buen sitio para sembrar a Juana.

jajaja no inventes!!

Ante la pregunta del primer chico, Will se quedó en silencio antes de responder Son mi única compañía respondió Will con sequedad, pero al instante recobró el humor de antes. Es una pena que no puedas oírlas... están en todas partes. Tal vez algún día tu también llegues a oírlas. Todos terminan por hacerlo. Justo en ese momento Will alcanzó a notar el escepticismo pintado en el rostro de segundo chico, y un poco exasperada agregó Incluso quienes no lo admiten. Tarde o temprano las notan. Will se quedó en silencio. Evidentemente ellos también pensaban que estaba loca. Los vivos siempre estaban cerrados a ideas que resultaran descabelladas o peligrosas. Suspiró mientras escuchaba la pregunta del chico con anorak.

]¿Equitación? una sonrisa irónica se formó en sus labios. Lo dudo... no he visto caballos. Y eso sería un lujo que dudo nos proporcionen. no era una queja, era la simple y llana verdad. Ella amaba ese lugar. Pudo notar el temblor en las manos del chico mientras encendía el cigarro. No le molestaba el humo, pero le dio curiosidad. Tiemblas mucho comentó mientras inconscientemente su mano se dirigía hacia los bolsillos del anorak para posarse por encima de la tela. El temblor era menos perceptible pero aún persistía. Nunca había visto algo como eso. Definitivamente era algo interesante... y ¿Cuánto tiempo hacía desde que no había tocado a otro ser humano? Ni siquiera podía recordarlo... una sonrisa cálida afloró en sus labios mientras observaba nuevamente a los dos chicos. Por cierto... mi nombre es Willhelmina su rostro de repente adquirió una expresión de cordura poco habitual. Parecía una chica completamente normal. Y es que si las voces se habían ido, era capaz de hablar un poco con gente normal.