Por justos pagan pecadores (Lorraine & Samuels)

Los enfermeros llevaban a la chica que cedió ante la captura. El celador no se averiguó quien había iniciado el incendio, ni siquiera se puso averiguar si se trataba de una chica inocente, el sonreía de esa forma maquiavélica mientras jaloneaba al joven y lo metía dentro de la sala de castigo.

La sala de castigo es una especie de salón con varias celdas con barrotes parecidos a un reclusorio, las lozas eran blancas, con lavabos y cagaderos. Con una cama pequeña. Cada cuarto es pequeño y los barrotes estaban sellados con malla ciclónica imposible de penetrar por una mano. Las paredes son no perciben ruidos, todo es de un grueso concreto y las puertas principal es de hierro.

Los enfermeros metieron en una celda a la joven Lorraine y se fueron dejando solo al Celador diciéndoles “dejen todo listo”. Eso era una clave la cual sabían aquellos hombres y se escuchó el apagón de algo eléctrico. Las cámaras de seguridad. Empujó a Samuels sobre los barrotes de manera brusca para que se diera un golpe en la cara. Y luego a puñetazos lo metió dentro de la celda, luego lo pateó con mucha fuerza sin importarle las heridas que este tuviera por sus quemaduras. “Esto es para que aprendas werito, a no estar quemando lo que no te pertenece”… “¿Te gustaría que queme también a tu amiguita?” Las patadas no cesaban y le rompió la boca dejándolo tendido en su contenedor, le quitó las esposas y cerró la celda dirigiéndose a la celda de la chica.

El hombre caminó por los pasillos de la sala haciendo un ruido con su macana y se detuvo enfrente de la celda de la muchacha. Abrió la celda y cerró mirándola con furia, una furia que se inyectaba en sus ojos de forma maligna. “Lorraine, Lorraine…” Sonrió de una forma inquietante mostrando sus dientes. “Te enseñaré a quemar mis pantalones…, lástima que te estuviste en la escena del crimen, tan bonita, mira esa carita… también me gustaría dejarle un recuerdito”… El celador la jaló del cabello con fuerza pareciera que le iba arrancar la cabellera y pegándola a una de las paredes donde dejándola inmóvil de los brazos con la otra mano. Si hubiera intentado darle un rodillazo no hubiera podido porque la tenía completamente acorralada “También te tocará un poco del fuego como a tu amigo”. Las manos toscas del Celador recorrieron la espalda de la chica masajeando sus glúteos de forma lasciva “¿Te gusta? seguramente si te gusta putita eres igual que todas las que están aquí…” Sus boca atormentaron el cuello de la muchacha y mordió sus senos con fuerza. La azotó contra la pared y sale de la celda volviéndola a cerrar…”demasiado fácil” El celador golpea la celda del joven piromaníaco que tiene los dedos fuera de esta haciendo tronar sus huesos y desgarra una carcajada…”disfruten su estancia insanos que pronto tendrán compañía” Se va silbando una canción.

Sentí su mirada recorrer mi cuerpo con lascivia y sus labios pronunciaron con un extraño tono mi nombre, lo observe con desprecio.
Me molesto el tono en el que me hablaba pero en cierta manera lo había esperado desde el primer día en el que me habían internado aquí.

Se acerco a mi jalandome el cabello con tanta fuerza que sentí que me quería arrancar la cabeza, ahogue un gemido de dolor y de pronto estuve acorralada contra la pared y su cuerpo, no pude moverme.
Al oír sus palabras temí que me quemara o que me golpeara como lo había hecho con Samuels.

“¿Te gusta? seguramente si te gusta putita eres igual que todas las que están aquí…” Murmuro mientras sus manos recorrían mi espalda y mis glúteos, cerré los ojos pensando en algo diferente.
Sus labios recorrieron mi cuello y bajaron hasta mis senos, apreté los ojos con mas fuerza y finalmente se alejo.
Lo oí silbar una canción y golpear con un palo los dedos de Samuels. Maldije a aquel hombre por dentro.

Fue entonces cuando pude verlo, su rostro sangraba y en sus ojos podía ver la pena.Bajo el rostro mientras se lamentaba, me hinque en mi celda mirándolo.
-Estoy bien, no hay de que preocuparse. Te ver afuera Samuels.
Finalice quedándome sentada en el piso.

Fin.