Nuevo Mundo (Libre)

No lo creía. No quería creerlo. Me negaba a aceptar que me enviarían a un centro de rehabilitacion. Yo no estoy enferma, les repetía. Es que en verdad no lo estaba. Decidí que me estaban mintiendo, que solo querían asustarme. Alcé la vista de mi notebook para mirar a mi madre con escepticismo cuando armó mi bolso. Los miraba sin creer cuando ella y papá chequeaban los papeles. Incluso seguía negando mi patético futuro cercano mientras me traían en auto hasta aquí. Solo cuando vi el edificio -un horrible, anticuado y frío castillo- caí en la cuenta. Fue como.. como un balde de agua helada en pleno invierno, y sentí una fea presión en el pecho. Podriamos llamarlo miedo. Como sea, lo oculté tras una máscara de desdén. Me crucé de brazos y seguí a mi familia intentando decir con mi lenguaje corporal que no quería estar aquí, que no iba a colaborar.

Ah, genial. Había que esperar; como cuando vas al dentista, o a terapia, y tienes que esperar los interminables minutos que el doctor se retrasa, para recién luego atenderte. Cuando al fin salieron, vi a una mujer llorando, a un hombre y a un chico. Bueno, chico; sin duda me llevaba un par de años. Era fácil adivinar quién se quedaba. No pudimos quedarnos a ver la escena de despedida, pues era nuestro turno de entrar. Lo cierto es que no escuché nada de lo que dijo el tipo que teniamos enfrente. Solo firmé, cual autómata, los papelitos. Al rato salí con mi hermano mientras mis padres continuaban haciendole preguntas al tipo; tales como "¿Y no podemos venir los días de semana?", "¿Se nos comunicará en caso de emergencia?", y esas cosas de padres sobreprotectores.

Erik y yo nos sentamos cerca del chico que se quedaba. El pequeño bobo empezó a tamborilear con los dedos sobre sus piernas; desde que había empezado con las clases de batería estaba insoportable. Puse los ojos en blanco, y observé en silencio al muchacho adicto -o enfermo- con el que debería compartir el castillo.

Shit. Fui descubierta en pleno escrutinio. No podía ser de otra forma si no disimulaba en lo más minimo; error mío. Me mordí el labio y hubiera mirado hacia otro lado si él no me hubiera sonreido, o algo así. Yo jamás haría eso; lo de sonreír a desconocidos, me refiero. Quiero decir ¿Qué tal si el otro te saca la lengua, o te muestra el dedito del medio? O si toma esa mueca de forma.. equivocada. ¿Y si la otra persona te guiñara un ojo y pasara la lengua por sus labios? Creo que me reiría. Y entonces me ganaría una buena bofetada. En fin, no es lo mío eso de sonreirle a la gente que no conozco. De todas formas, le dediqué un leve gesto con la cabeza a modo de saludo.

- Msí - suspiré con aire resignado. - ¿Prisión? Genial, hasta ahora era sólo un edificio feo, pero le encontraste un mejor nombre.- Entonces sí amagué una sonrisa, tan solo torciendo las comisuras hacia arriba; solo un poco -. Audney - me presenté luego. A estas alturas Erik nos miraba a ambos en silencio con una obvia curiosidad, tras tambien saludar a Blake. Qué suerte tenía mi hermano, pensé, se iría de aquí en cuestión de minutos.

En efecto, mis padres salieron por fin de la oficina, y yo me puse de pie para despedirlos. Nada lacrimógeno de mi parte, pues aún seguía enojada con ellos. Un abrazo escueto a cada uno y un golpecito a Erik en el hombro. Se fueron casi sin pronunciar palabra, mi madre seguro demasiado conmocionada como para pensar con claridad. Me volví hacia Blake una vez se cerraron las puertas. Lo miré unos segundos con atención.

- ¿Bipolaridad? ¿Drogadicto? - intenté adivinar con pereza -. ¿Qué excusa tienen para encerrarte aquí? - me acerqué para sentarme cerca suyo; no demasiado, aunque lo suficiente como para que pudiera plantarme un manotazo. Debería tener cuidado.

Al menos por el momento Blake parecía una persona tranquila. Y confiada, noté, pues tenia los ojos cerrados hasta que comencé a hablar.. Bien podría sacar un palo y partírselo en la cabeza, ya hubiera sido demasiado tarde cuando se diera cuenta. Okey, lo sé, no tengo la apariencia, ni soy de los que golpean a la gente con palos. Ni siquiera suelo pegarle a nadie. Pero.. al parecer tampoco le preocupaba que viniera un loco con una camisa de fuerza por la espalda y lo embistiera.

Lo miré con atención mientras hablaba. Bueno, al menos no era un psicópata. Asentí levemente con la cabeza; no había ido a fiesta en la cual faltara alcohol y el hedor a cigarro flotando en el ambiente. Sonreí irónicamente cuando preguntó si se me perdió un tornillo. Según mis padres, probablemente.

- Algo así, dicen mis papás - le expliqué en un tono de evidente escepticismo -. Dicen que tengo adicción a Internet. Ni siquiera es seguro que exista, no es como las drogas y eso - me encogí de hombros -. Solo porque me gusta pasar tiempo conectada. - puse los ojos en blanco. Vamos, no era para tanto. Nadie me podía negar que era especialmente entretenido, que era dificil despegarse de la netbook. A cualquiera le pasa, y no le dicen que es adicto. Mientras avanzaba en mi dialogo, noté que la mirada de Blake había cambiado. Oh, cuidado, la chica que lee las miradas. Ya sé, ridículo, pero juraría que su ánimo había decaído. Elevé ligeramente las cejas. ¿Seguro que solo era alcoholismo y adiccion a las drogas? ¿Depresión no? Bueno, no era quién para indagar.

- Lo sé, pasaremos meses encerrados en una prisión. Yupi - agregué con sarcasmo, antes de suspirar desanimada.

Me sorprendí cuando se ofreció a llevar mi maleta. Eso no era normal, al menos en mi vida diaria. En el colegio nadie está dispuesto a llevar tu mochila a menos que se lo pidas, y.. bueno, solo tenía ese ejemplo. De todos modos, asentí con la cabeza y murmuré un «gracias», antes de seguirlo. Sonreí levemente al escuchar su comentario; sí, en los años que llevaba aquí, era un alivio contar con un departamento con calefacción central como vivienda. Ahora bien, no sabía cómo soportaría aquí una helada invernal. Hasta el momento el lugar se me hacía frío y humedo, para nada agradable.

Presté atención a lo que Blake dijo luego, estaba hablando sobre internet. Ok, pero las drogas tambien te aíslan, en cierta forma. Te desconectan de la realidad. Además de que te fusilan las neuronas. En fin, nunca me habían interesado las sustancias esas. Lo que más me alejaba de ellas era mi preocupación por el bienestar de esas celulas que me permiten pensar. Como sea, nada al respecto salío de mi boca. Volví a sonreir, con cierto pesimismo (no era precisamente el día más alegre de mi vida), cuando Blake acabó la frase. Hice sonar mis nudillos distraídamente.

- Eso espero.. aunque no sé cuánto tardarán en considerar que ya estoy lista para salir - no quería ni pensarlo. ¿Cómo sabrían que ya me había recuperado si bajo ninguna circunstancia podría conectarme a internet? Tampoco podrían probar que soy adicta. A menos que me descubrieran en pleno robo de un módem, por ejemplo. Eso no pasaría.

- Los tipos de aquí.. los doctores y eso ¿Necesitan computadoras, no? Seguro que tambien tienen banda ancha. Despues de todo ellos no tienen por qué estar aislados del mundo aquí encerrados -me puse a especular, descubriendo mi nuevo lado delincuente. O algo así, no sé -. ¿Crees que podríamos entrar en algun sitio donde pueda haber compus sin que nos vieran? A lo mejor tambien encontramos pastillas - me encogí de hombros. Ya me imaginaba entrando a hurtadillas a una de las habitaciones del personal.

Miré hacia donde señalaba, las oficinas. Anoté mentalmente su ubicación. Sí, bueno, supongo que yo tambien debería haber visto la computadora en la oficina del direc, pero estaba demasiado ida, decidida a no escuchar ni una palabra de lo que decía. Miré el mapa que Blake sostenía; sí, eso ya lo había visto, pero olvidé pedírselo a mi madre antes de que se fuera.

Genial. Asentí con la cabeza mientras pensaba. Quizá nos lleve tiempo, ya que al parecer todo estaba super controlado, pero al menos tendriamos algo que hacer y evitabamos ponernos loquitos de abstinencia.

- Sí, una vez encontremos esa central tendríamos que fijarnos qué tan vigilada está. No creo que sea fácil entrar - cavilé, diciendo algo bastante obvio. Bueno, nunca estaba de más repasar los puntos indispensables. Esto comenzaba a divertirme -. Y no podemos actuar extraño, porque sospecharían. Lo mejor sería, primero que nada, asegurarnos de conocer todo el centro; y luego recien empezar a ver cómo podríamos meternos en la sala de control - obviedad número dos. Como sea, me sentía espía. Ja, ja. Miré a Blake alzando las cejas - ¿Está bien? - esto era, digamos, el primer paso para asegurarnos de no ser descubiertos mientras hurtabamos pastillas, notebooks del personal o lo que sea ¿no? Sonaba mejor esto de tener algo que hacer, y más aún cuando contaba con un conocido aquí dentro. Siempre y cuando no me apuñalara por la espalda.

Okey. Lo del mapa me gustó. Y si debíamos crearlo nosotros, mejor. Eso significaba que tendríamos que dibujar, con lo que a mí me gustaba dibujar. Sonreí con expectativa, a tiempo que asentía levemente con la cabeza. Algún archivo sobre su construcción, o algo de eso, deberían conservar en la biblioteca. Me imaginé el estado de esos papeles, seguramente ya amarillentos por el tiempo. El castillo tenía toda la pinta de ser realmente antiguo, quitandole toda la tecnología que pudiera tener hoy.

Miré con cierto pesar el lugar donde se hallaban las habitaciones. No me gustaba ni un poquito. Y me daba algo de temor eso de compartir el cuarto con otra chica. ¿Y si era una loca psicópata? ¿Y si me asfixiaba por la noche con su almohada? Me mordí el labio levemente. Mi habitación, por fortuna, era la más cercana al "resto del centro", pues era la primera. Imposible olvidar el número, ya que era mucho más fácil recordar el uno, antes que el cincuenta y siete, o el veinticuatro. Señalé la puerta que tenía dicho número, con un gesto de la cabeza.

- Es aquí. - mascullé con renuencia, tras soltar un ligero suspiro. Si bien tenía que "gustarme", ya que sería lo más parecido a mi propio lugar en todo el centro, ni siquiera quería entrar.

(Off: ¿Abrimos en la habitación?)