podría ser el final de una hermosa canción /LIBRE/

Esperé su respuesta atenta a sus facciones. Eran hermosas, pero parecían rígidas... sin color ni sentimiento aparente en ese momento. Me pregunté por la causa que le había llevado allí. Me contestó afirmativamente y me preguntó a mi lo mismo...
Quise responderle que no, quise decirle que no se preocupase, que no era tan malo como parecía, que en un instante todo se pasaría, que volvería a ser todo como si la vida tuviese sentido y el sol volviese a lucir sobre nosotros de la misma forma que brillaba antes... pero no pude. Por poder no pude casi contener las lágrimas cuando respondí:
-Sí, perdida... Me siento perdida.-afirmé- Me seduce la idea de largarme de aquí, a un lugar lejano, pero no puedo... me siento impotente- sonreí como pude, dándome cuenta de que no era la mejor impresión que le podía dar a alguien que llegaba nuevo y que estaría, probablemente, asustado- pero bueno... aún así llevo poco tiempo aquí, a lo mejor con el tiempo mejora...

Caminamos junto a la máquina de café. James se miró los bolsillos buscando algo, quizás monedas, pero no eran necesarias. Aquí nadie llevaba dinero. Todo estaba ya "incluido". Reí ligeramente cuando le vi intentando conseguir la bebida, sin éxito alguno. Me estiré un poco y le cogí un vaso de los que había detrás de la máquina, aquellos que había estado buscando durante varios minutos la primera vez que utilicé la máquina. Lo coloqué y le señalé los botones para que eligiese lo que quería.
Me preguntó qué era lo que hacía allí. Le miré girando la cabeza con curiosidad.
-Si te soy sincera...-le dije- ni yo misma estoy muy segura de lo que hago aquí...-me mordí el labio inferior tratando de explicarme- Pero en mi expediente pone...- suspiré antes de decirlo, con miedo a la reacción de James- "Piromanía"
Carraspeé un poco antes de agachar la vista para, seguidamente, subirla de nuevo.
-¿Y tú qué? No parece que tengas ningún trastorno mental... ¿Alguna adicción quizá?

Me atrevía acercarme y tomar su barbilla levantando su rostro.
-Nunca bajes el rostro ante un hombre, jamás lo hagas- soné parco y serio, pero no soportaba que una chica bajara el rostro frente a alguien, ella no debía, no había porque sentirse apenada. Sonreí -quita esa expresión, no te sienta bien- mordí mi labio y retiré mi mano de su barbilla.
-te parece si nos vamos a otro lado? quieres comer algo? muero de hambre- miré a todos lados intentando adivinar en qué lugar encontraría una maldita pizza