Las manos en el corazón... [Libre]

por **Agatha Lobos** Dom Oct 24, 2010 9:51 pm

En el fondo todos sabíamos, cuando algo era mierda, mierda se quedaba, la muchacha de cabellos azabaches camino por los pasillos, tratando de entender toda la situación, aun no sé acostumbraba a estar allí, sus ojos se deslizaron de un lado a otro, asustadiza, una niña, con dos almas, corazón partido en dos, completamente roto… vació, eso era lo único que existía en ella, no tenía a nadie que provocara lo diferente, lo diferente era extraño, ella lo era como todos aquí, aunque quizás un poco exagerada a veces, demasiado sentimental, no encajaba con la gente, siempre estaba ausente, pero ya tenia sus estudios… había logrado tantas cosas, para caer aquí…

“La vida se agota”

-Si, lo hace… necesitamos ser libre, necesito ser libre… desaparece de mis sueños… - su mirada bajo, el rostro cabizbajo, nadie era como lo que aparentaba, aun no lograba hablar con nadie, pero tenia miedo de hacerlo, porque cometería errores, graves y horribles… Agatha era dulce, tímida, soñadora, imaginaba cosas que otros no, estaba echa para vivir en un mundo mágico, tenia miedo a sufrir. Una risa llena sorna resonó en su mente, una voz que ella… solía escuchar durante tanto tiempo, durante el transcurso de su corta vida.

”Fuera de mi camino, pequeñaja, estorbas, además das pena, esta no es tu realidad, acaso crees que es tú cuerpo, te equivocas… es mío, tu sobras”.

Sus manos cayeron hasta sus oídos tapando con fuerza cualquier ruido, pero la risa, la voz no desaparecía, siguió el camino hasta encontrarse con la caja de los tesoros, música… sus manos cayeron hasta un violín, sus ojos se cerraron, - Ethan… - susurro, mientras lo tomaba y posaba en su hombro, para tocar una dulce melodía llena de tristeza, anhelo, deseos…

“Egoísta de mierda”

por **Dagmar Biermann** Mar Oct 26, 2010 11:00 pm

Aquel centro para “inadaptados” sociales era demasiado amplio, demasiado misterioso, demasiado oscuro. Pero para Nadine no importaba que tan grande podía ser, se sentía mal, el encierro le hacía mal, sabiendo que allá afuera podía encontrarse con muchas chicas igual a ella que la entendieran, aquello le ponía irritable y de malas, eso no era bueno ya que poniéndose de aquella manera podía agarrar a golpes al primero que viera enfrente, si la golpeaban de igual o peor manera no le importaba, por lo menos tendría algo de acción en aquel asqueroso lugar. Para su mala suerte no se encontraba a nadie que le despertara aquel interés por hacerlo.

La pelinegra siguió su trayecto siento interceptada por uno de los enfermeros del lugar, arrugo su rostro al verlo – ¿Ahora qué quieres? – Lo miro de mala manera, el joven tenía en su mano un pequeño vasito lleno de pastillas y otro con un poco de agua la proporción necesaria para que se tomara su medicamento. Ella le sonrió, no le quedaba de otra, se metió las pastillas a la boca y dio un sorbo del agua, enseñó la lengua al joven y se caminó dejándolo atrás – Ingenuo – Se dijo a si misma sacando las pastillas de su boca arrojándolas a un lado. No sólo se podían esconder pastillas debajo de la lengua, las encías ayudaban en la parte trasera de la boca junto con las muelas finales.

Un sonido llamo la atención de la chica, aquello sonaba hermoso, majestuoso por no decirlo de otra manera, no lo pensó dos veces y se dejó llevar por el sonido, disfrutando de la melodía, la conocía, incluso la estaba tarareando antes de llegar al lugar de donde provenía.

El par de ojos azules de Berryman observaron a aquella chica tocar su violón, camino despacio por el lugar sin hacer ruido alguno, y se sentó en el piano de aquel lugar siguiendo la melodía de la chica, no dejo de verla ni un segundo intentando conocer sus reacciones, aquí todos estaban tan disparatados como ella que podían reaccionar de manera negativa. – No te detengas – Dijo apenas con un hilo de voz sin dejar de tocar.

Las manos en el corazón... [Libre]

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