Sólo un Jardinero

1 de Octubre de 2011

"Sobre los techos de la ciudad hay campos grandes. Allí es donde el silencio se acerca sigilosamente cuando no hay habitación para él en las calles. Ahora el bosque entra en su giro. Necesita estar donde vive el silencio. Árbol sobre árbol en extrañas arboledas. No lo hacen muy bien, porque el suelo es tan duro. Entonces hacen un bosque ralo, una rama hacia el este, y una hacia el oeste. Hasta que parezcan cruces. Un bosque de cruces. Y el viento pregunta -Quién se queda aquí en estas tumbas profundas?"

Rolf Jacobsen .

"¿Quién se queda aquí en estas tumbas profundas?; estuve unos instantes en el invernadero intentando que estuviera lo mejor posible; me llené de ilusiones color ébano porque no sabía a dónde me conducirían; de todos modos terminé lo que pude y dejé todo lo más ordenadamente posible; sé que mi trabajo no cae en el olvido, ni mucho menos mi esfuerzo en lo efímero de una flor...

Me interné en el bosque intentando meditar el horrible anonimato con lo que se recorre en aquella construcción que atrapa a las mentes en sus líquidos tentáculos nubios. Sentí como mi persona quedaba sepultada entre las maderas de las coníferas, arruyado por el suave olor de las recinas de las ramas heridas. Quise ser sepultado entre aquellas numerosas cruces del este y del oeste... un instante de pérdida en la realidad para escapar de mis fantasías.

24 de Octubre de 2011

"Una caminante sabe que el ojo negro en el rostro blanco del invierno succiona y atrae a todas las criaturas hacia él como por arte de magia." Astrid Hjertenaes Andersen

Estaba trabajando en el jardín, ese que sirve de abrazo para los recién llegados; el viejo tronco fue sacudido por una borrasca sabor a metal, y le amputo su tronco... quedando el tocón con sus filos restos al desnudo. Duré cerca de una hora jugando con Olav en mis labios hasta casi terminar el trabajo de recoger los restos... un extraño llegó a mi lado advirtiéndome acerca del mal tiempo.

Una herida de hielo traspasó mis viejos huesos y caí en el olvido; pero no para aquél joven hombre que tuvo la caridad de cubrirme con su anorak; recuerdo poco de él... sólo le contemplo en sueños... allí con su figura triste, su boca vestida de fuego, y la compasión por este manojo de hilos blancos.