Flores en el Ático
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Flores en el Ático
Bastó accionar la perilla para que la puerta se abriera con facilidad y cediera ante el empuje de su mano. La joven miró hacia el pasillo antes de pasar bajo su marco, pero nadie había ahi, además de ella.
El cuarto olía a húmedad y estaba polvoriento, como si en mucho tiempo nadie hubiera puesto pie ahí. La rubia giró su rostro en busca de un interruptor pero no lo encontró, sin embargo al final del recinto, vió un amplio ventanal que cubrían unas raidas cortinas. Se acercó lentamente, como si temiera que cada sordo sonido que el piso de madera hacia vencido por sus pasos, pudiera alertar a los demás de donde estaba. Finalmente llegó ante la ventana y volviéndose en dirección contraria, protegiendo su rostro, jaló el trapo sucio que alguna vez fue una cortina; éste cayó ante ella envolviéndola en una nube de polvo que hizo que la joven estornudara con fuerza. Al mirar hacia el frente, se dió cuenta que la ventana era redonda, como en las viejas películas de la televisión y eso le causó gracia, por lo que una sonrisa torcida se instaló en su faz.
Dió un paso al frente y se asomó para admirar la vista que pudiera ofrecer pero los vidrios estaban demasiados sucios para que se pudiera ver a través de ellos. La rubia levantó su mano y talló un poco una pequeña porción del cristal, dejando pasar un ridículo hilo de luz que se volcó sobre el desvencijado piso. Ella suspiró, aburrida de que el lugar no presentara sorpresa alguna, además de unas arañas que rondaban el ático, aquello distaba de ser interesante.
Ni siquiera sabía como había llegado a ese lugar, solo supo que intentaba huir de una terapia de grupo, una de esas reuniones donde todos dicen ser quien no son y ocultan quien en realidad son. Ilythia había tenido muchas reuniones para saber de antemano que ese tipo de terapia no funcionaba con ella. El psicoanálisis era más de su gusto. Aunque sentía que hablaba consigo misma, le gustaba ver la expresión del último doctor con el que su amada madre la envió a "purificar su conciencia y tratar de descubrir si aún tenía alma", cuando ella le relataba las historias de su pasado como modelo y otras más que había aprendido en el camino. No era su intención desilucionar al viejito con relatos ambiguos de comer o no comer, asi que utilizaba todos sus recursos para hacerlo sudar de terror cada que ella comenzaba la terapia con un: "Quisiera nunca recordar lo que hice, pero debo de contárselo para sanar mi alma...".
La ojiazul se mordió el labio al admitir que no solo extrañaba al anciano psiquiatra, sino que hubiera seguido con él de no haber muerto... por suerte en un accidente automovilístico o hubieran dicho que ella le mató de una ataque cardíaco.
Ilythia sonrió de nuevo y se sentó en un remedo de sofá, levantó las piernas y abrazada a ellas, cerró los ojos tarareando una canción.
El cuarto olía a húmedad y estaba polvoriento, como si en mucho tiempo nadie hubiera puesto pie ahí. La rubia giró su rostro en busca de un interruptor pero no lo encontró, sin embargo al final del recinto, vió un amplio ventanal que cubrían unas raidas cortinas. Se acercó lentamente, como si temiera que cada sordo sonido que el piso de madera hacia vencido por sus pasos, pudiera alertar a los demás de donde estaba. Finalmente llegó ante la ventana y volviéndose en dirección contraria, protegiendo su rostro, jaló el trapo sucio que alguna vez fue una cortina; éste cayó ante ella envolviéndola en una nube de polvo que hizo que la joven estornudara con fuerza. Al mirar hacia el frente, se dió cuenta que la ventana era redonda, como en las viejas películas de la televisión y eso le causó gracia, por lo que una sonrisa torcida se instaló en su faz.
Dió un paso al frente y se asomó para admirar la vista que pudiera ofrecer pero los vidrios estaban demasiados sucios para que se pudiera ver a través de ellos. La rubia levantó su mano y talló un poco una pequeña porción del cristal, dejando pasar un ridículo hilo de luz que se volcó sobre el desvencijado piso. Ella suspiró, aburrida de que el lugar no presentara sorpresa alguna, además de unas arañas que rondaban el ático, aquello distaba de ser interesante.
Ni siquiera sabía como había llegado a ese lugar, solo supo que intentaba huir de una terapia de grupo, una de esas reuniones donde todos dicen ser quien no son y ocultan quien en realidad son. Ilythia había tenido muchas reuniones para saber de antemano que ese tipo de terapia no funcionaba con ella. El psicoanálisis era más de su gusto. Aunque sentía que hablaba consigo misma, le gustaba ver la expresión del último doctor con el que su amada madre la envió a "purificar su conciencia y tratar de descubrir si aún tenía alma", cuando ella le relataba las historias de su pasado como modelo y otras más que había aprendido en el camino. No era su intención desilucionar al viejito con relatos ambiguos de comer o no comer, asi que utilizaba todos sus recursos para hacerlo sudar de terror cada que ella comenzaba la terapia con un: "Quisiera nunca recordar lo que hice, pero debo de contárselo para sanar mi alma...".
La ojiazul se mordió el labio al admitir que no solo extrañaba al anciano psiquiatra, sino que hubiera seguido con él de no haber muerto... por suerte en un accidente automovilístico o hubieran dicho que ella le mató de una ataque cardíaco.
Ilythia sonrió de nuevo y se sentó en un remedo de sofá, levantó las piernas y abrazada a ellas, cerró los ojos tarareando una canción.
Re: Flores en el Ático
Sus pasos tranquilos lo dejan andar en esos bastos pasillos, con una pequeña mano sujetando su mano y mirando con aquellos ojos que en esos momentos se pueden pervivir cetrinos y solitarios. Las pisadas venían de dos pares unas largas y unas cortas. Las manos de Alice pidieron de su padre que la levantara del piso y así fue, la sujeta con facilidad y camina con ella en brazod por aquel lugar, a ella le gusta estar en esa polvorienta habitación, a él le traen recuerdos, donde sus ancestros guardan sus recuerdos.
En ese lugar hay un antiguo piano al cual le gusta tocar para Alice, esa habitación en particular es bastante callada con sus paredes gruesas para evitar que los sonidos escapen. Cuando da vuelta a la perilla, nota que la puerta está abierta y la voz de Alice deja un hilo agudo que se filtra en el lugar como un canturreo de un duendecillo.
Alice apenas tiene cinco años, próximos a cumplir seis. Tiene el cabello rubio casi color cenizo, y caen en risos sobre sus hombros, su rostro es blanco como una porcelana fina y sus mejillas curtidas con un rosa frío. Sus ojos son iguales a los de su padre, azules cristalinos y tiene unos labios color cereza delgados. Tiene puesta una gabardina de lana color caoba que cubre su vestido y medias gruesas. Sus botas se mueven en los costados de su padre pidiendo bajar nuevamente.
-Espera –murmura para ella, se queda quiera y mira hacia la ventana señalando con su dedo, uno diminuto a comparación de su padre, la baja y la toma de la mano, la niña lo guía hasta donde está un ventanal con unos polvorientos cojines rojos y varias cajas, donde ella se sienta a ver aquella ventana, de una de sus manos, cae un conejo color marrón el cual no tiene un ojo y su ombligo esta abultado-Quédate aquí –le dice sentándola sobre unas caja la cual limpia antes y luego la acomoda ahí- ¿Estás cómoda? -Ella está sonriente, no lo mira y luego señala sin decir palabra hacia un sofá, su padre observa hacia ese lugar percatándose que esa tarde, no están completamente solos en aquella habitación- ¿Quién está ahí?...
En ese lugar hay un antiguo piano al cual le gusta tocar para Alice, esa habitación en particular es bastante callada con sus paredes gruesas para evitar que los sonidos escapen. Cuando da vuelta a la perilla, nota que la puerta está abierta y la voz de Alice deja un hilo agudo que se filtra en el lugar como un canturreo de un duendecillo.
Alice apenas tiene cinco años, próximos a cumplir seis. Tiene el cabello rubio casi color cenizo, y caen en risos sobre sus hombros, su rostro es blanco como una porcelana fina y sus mejillas curtidas con un rosa frío. Sus ojos son iguales a los de su padre, azules cristalinos y tiene unos labios color cereza delgados. Tiene puesta una gabardina de lana color caoba que cubre su vestido y medias gruesas. Sus botas se mueven en los costados de su padre pidiendo bajar nuevamente.
-Espera –murmura para ella, se queda quiera y mira hacia la ventana señalando con su dedo, uno diminuto a comparación de su padre, la baja y la toma de la mano, la niña lo guía hasta donde está un ventanal con unos polvorientos cojines rojos y varias cajas, donde ella se sienta a ver aquella ventana, de una de sus manos, cae un conejo color marrón el cual no tiene un ojo y su ombligo esta abultado-Quédate aquí –le dice sentándola sobre unas caja la cual limpia antes y luego la acomoda ahí- ¿Estás cómoda? -Ella está sonriente, no lo mira y luego señala sin decir palabra hacia un sofá, su padre observa hacia ese lugar percatándose que esa tarde, no están completamente solos en aquella habitación- ¿Quién está ahí?...
Lars HenrikVigilantes - Mensajes : 111
Edad : 48
Empleo /Ocio : Director de Lost Heaven
Re: Flores en el Ático
La joven interrumpe su canto al escuchar unas voces en el pasillo, pero solo una es la que llama su atención; un gracioso sonido infantil la hace levantar la cabeza y mirar hacia la puerta. Por un momento pasa por su mente el esconderse, pero después piensa que no tiene por qué hacerlo... después de todo no ha hecho nada malo. Sin hacer ruido se queda en la misma posición, observando a la peculiar pareja que acaba de entrar. Reconoce al punto al Director, pero sonríe inocentemente cuando descubre que la pequeña de ojos azules que viene con él, la apunta con su dedito. Es entonces que él recae en su presencia y cuestiona quien se encuentra ahí.
Ilythia, quien se ha mantenido en la misma posición durante algún tiempo, despereza las piernas y lentamente baja una para después acompañarla de la otra; se levanta del sofá y camina hacia donde ellos están, lo menos amenazadora posible. Cuando está frente al Director, se agacha para tomar del suelo el peluche que la niña ha tirado, un conejo que aduce debe ser su juguete favorito, su tesoro, por la condición en la que está. Es ahí, que estando al nivel de la pequeña, extiende su mano y le hace entrega del juguete diciéndole con voz dulce~ Se te ha caido tu conejo, ¿qué le ha sucedido al pequeñin? ~Le pregunta a la niña y sin dejar de sonreírle amablemente, añade~ Sigue siendo hermoso, cuídalo mucho ~Es entonces que la joven se levanta y vuelve su vista hacia el Director, centrando su atención en él por primera vez desde que entró al ático.
Le observa por escasos segundos y simplemente responde~ Soy Ilythia Leviatan ~Si bien no esperaba que él la recordara entre tantos pacientes, le gusta el sonido de su voz al pronunciar su nombre. La rubia levanta su diestra para saludarlo formalmente, a la vez que comenta en tono amable~ Curioso lugar para pasear con su pequeña ~Fijándose que son padre e hija, por el parecido entre ambos, se atreve a aventurar una sonrisa al cuestionar~ ¿Puedo saber cuál es el nombre de su niña? ~Se da cuenta en ese momento, que quizás él esté esperando una explicación por su presencia en ese lugar, más que una conversación trivial; asi que haciendo gala de su simpatía, confiesa~ Debo decir que al entrar aquí, lo menos que esperaba era encontrarme con Usted, Director. Lamento haber entrado sin permiso ~Ilythia mira de nuevo a la niña, quien está raramente callada~ No sabía que era de ustedes este recinto ~La joven es sincera al hablar. La pequeña la ha conmovido, le recuerda su felíz niñez, donde podía tenerlo todo con solo pedirlo amablemente, cuando el único temor que la atormentaba, eran las sombras que la noche dibujaba en su ventana y bastaba llamar a su padre para que los fantasmas se fueran. Su padre...~ Perdón ~Dice contrariada Ilythia y desvía la mirada de la niña, no quiere contaminar su figura relacionándola con sus malos recuerdos.
Retrocediendo dos pasos de ellos, se comienza a morder el labio inferior derecho mientras intenta controlar la ansiedad que de pronto la empieza a invadir. No quiere sentirse mal, no desea continuar entregándole su vida a un recuerdo que quiere arrancar de su mente, no quiere seguir desperdiciando su ser de esa manera tan cobarde... pero no puede hacerlo. Intenta, pero los recuerdos vienen en oleadas, uno tras otro, haciendo que su antes mirada alegre se torne vacía al posarla sobre la del Director. Lo mira casi como una súplica no pronunciada, deseando mostrarle sus demonios interiores, para que él los exorcise con su calma.
Es en medio de ese torbellino de heridas y recuerdos pasados, que Ilythia se da cuenta que nunca antes vió unos ojos como los de él: azules, tan azules como el cielo, como el mar, como su aura.
Ilythia, quien se ha mantenido en la misma posición durante algún tiempo, despereza las piernas y lentamente baja una para después acompañarla de la otra; se levanta del sofá y camina hacia donde ellos están, lo menos amenazadora posible. Cuando está frente al Director, se agacha para tomar del suelo el peluche que la niña ha tirado, un conejo que aduce debe ser su juguete favorito, su tesoro, por la condición en la que está. Es ahí, que estando al nivel de la pequeña, extiende su mano y le hace entrega del juguete diciéndole con voz dulce~ Se te ha caido tu conejo, ¿qué le ha sucedido al pequeñin? ~Le pregunta a la niña y sin dejar de sonreírle amablemente, añade~ Sigue siendo hermoso, cuídalo mucho ~Es entonces que la joven se levanta y vuelve su vista hacia el Director, centrando su atención en él por primera vez desde que entró al ático.
Le observa por escasos segundos y simplemente responde~ Soy Ilythia Leviatan ~Si bien no esperaba que él la recordara entre tantos pacientes, le gusta el sonido de su voz al pronunciar su nombre. La rubia levanta su diestra para saludarlo formalmente, a la vez que comenta en tono amable~ Curioso lugar para pasear con su pequeña ~Fijándose que son padre e hija, por el parecido entre ambos, se atreve a aventurar una sonrisa al cuestionar~ ¿Puedo saber cuál es el nombre de su niña? ~Se da cuenta en ese momento, que quizás él esté esperando una explicación por su presencia en ese lugar, más que una conversación trivial; asi que haciendo gala de su simpatía, confiesa~ Debo decir que al entrar aquí, lo menos que esperaba era encontrarme con Usted, Director. Lamento haber entrado sin permiso ~Ilythia mira de nuevo a la niña, quien está raramente callada~ No sabía que era de ustedes este recinto ~La joven es sincera al hablar. La pequeña la ha conmovido, le recuerda su felíz niñez, donde podía tenerlo todo con solo pedirlo amablemente, cuando el único temor que la atormentaba, eran las sombras que la noche dibujaba en su ventana y bastaba llamar a su padre para que los fantasmas se fueran. Su padre...~ Perdón ~Dice contrariada Ilythia y desvía la mirada de la niña, no quiere contaminar su figura relacionándola con sus malos recuerdos.
Retrocediendo dos pasos de ellos, se comienza a morder el labio inferior derecho mientras intenta controlar la ansiedad que de pronto la empieza a invadir. No quiere sentirse mal, no desea continuar entregándole su vida a un recuerdo que quiere arrancar de su mente, no quiere seguir desperdiciando su ser de esa manera tan cobarde... pero no puede hacerlo. Intenta, pero los recuerdos vienen en oleadas, uno tras otro, haciendo que su antes mirada alegre se torne vacía al posarla sobre la del Director. Lo mira casi como una súplica no pronunciada, deseando mostrarle sus demonios interiores, para que él los exorcise con su calma.
Es en medio de ese torbellino de heridas y recuerdos pasados, que Ilythia se da cuenta que nunca antes vió unos ojos como los de él: azules, tan azules como el cielo, como el mar, como su aura.
Re: Flores en el Ático
La voz de la otra persona se queda en el aire y este le mira con recelo, puesto que en este momento no está dispuesto a juegos. Alice no parece inmutarse, solo fueron unos segundos los cuales tuvo atención hacia la desconocida luego se queda mirando el ventanal olvidándose de su compañero orejudo. Lars, en cambio, observa a la joven, no recuerda con exactitud su expediente, son muchos los que están aquí, sin embargo, su rostro le es familiar. Se queda callado mirando como la mujer agarra a Trix, él se lamenta el descuido cuando los pasos de la muchacha se acercan a Alice. La niña no la mira cuando le hablan, no responde, después de un momento agarra a Trix y vuelve a mirar la ventana. Lars se queda ahí postrado y siente frustración. Sus ojos cetrinos miran a la mujer de forma escrutadora. El asiente ante la presentación y el responde al saludo con la misma mano estrechándola.
-Es el único lugar donde puede estar… a ella le gusta. –Comenta con un hilo de voz tranquila y piensa que es irónico que un lugar como ese, su hija tenga reacciones que antes no tenía- Se llama Alice.
Su sonrisa está a medias mientras Alice mira a su padre y se baja de la caja sin cuidado alguno, sujetándose de los polvorientos cartones con el conejo bien apretado en una de sus manos. Mira a su padre como si fuera un gigante. Luego mira a la extraña con esos grandes ojos brillantes de color celeste y aprieta a su conejo en su pecho.
-No deben de andar por aquí los pacientes señorita Leviatan… espero que no vuelva a ocurrir…-Lars agarra del hombro a Alice que se apoya sobre su padre y le abraza de una pierna- ¿Qué hace por aquí?... ¿Está todo en orden?... –en ese momento cae en cuenta y recuerda su expediente, recuerda los motivos por el cual se encuentra en este lugar. El nota a la mujer de forma extraña y es perspicaz, la observa con cuidado mientras Alice corre hacia donde está el piano y se sube a él, dejando al conejo sobre el teclado, suelta una risita mientras apoya sus diminutas manos sobre las teclas de forma torpe haciendo sonidos que no concuerdan.- ¿Está bien señorita Leviatan?
Dentro de aquellos océanos agitados de Lars está esa melancolía cargada, desvía la mirada hacia su hija.
-Puede quedarse si lo desea… -comenta de forma amable y avanza un poco hasta donde está Alice y se sienta a su lado acomodando el teclado de forma práctica y le pone las manos a la niña sobre el teclado, mostrándole las notas correctas, ella las quita y agarra al conejo apretándolo en su pecho, Lars suspira y empieza a tocar algunas notas solo para distraer a la niña, ella sonríe, esa música hace que tenga reacciones.
-Es el único lugar donde puede estar… a ella le gusta. –Comenta con un hilo de voz tranquila y piensa que es irónico que un lugar como ese, su hija tenga reacciones que antes no tenía- Se llama Alice.
Su sonrisa está a medias mientras Alice mira a su padre y se baja de la caja sin cuidado alguno, sujetándose de los polvorientos cartones con el conejo bien apretado en una de sus manos. Mira a su padre como si fuera un gigante. Luego mira a la extraña con esos grandes ojos brillantes de color celeste y aprieta a su conejo en su pecho.
-No deben de andar por aquí los pacientes señorita Leviatan… espero que no vuelva a ocurrir…-Lars agarra del hombro a Alice que se apoya sobre su padre y le abraza de una pierna- ¿Qué hace por aquí?... ¿Está todo en orden?... –en ese momento cae en cuenta y recuerda su expediente, recuerda los motivos por el cual se encuentra en este lugar. El nota a la mujer de forma extraña y es perspicaz, la observa con cuidado mientras Alice corre hacia donde está el piano y se sube a él, dejando al conejo sobre el teclado, suelta una risita mientras apoya sus diminutas manos sobre las teclas de forma torpe haciendo sonidos que no concuerdan.- ¿Está bien señorita Leviatan?
Dentro de aquellos océanos agitados de Lars está esa melancolía cargada, desvía la mirada hacia su hija.
-Puede quedarse si lo desea… -comenta de forma amable y avanza un poco hasta donde está Alice y se sienta a su lado acomodando el teclado de forma práctica y le pone las manos a la niña sobre el teclado, mostrándole las notas correctas, ella las quita y agarra al conejo apretándolo en su pecho, Lars suspira y empieza a tocar algunas notas solo para distraer a la niña, ella sonríe, esa música hace que tenga reacciones.
Lars HenrikVigilantes - Mensajes : 111
Edad : 48
Empleo /Ocio : Director de Lost Heaven
Re: Flores en el Ático
La voz del hombre rompe el encanto que los malos recuerdos tiene sobre ella. Quizás fue el sonido discorde de las notas del piano cuando la pequeña las tocó, lo que hizo que Ilythia quisiera alejarse. De pronto baja la mirada avergonzada y cuando se da cuenta que él le ha hecho una pregunta y respondido a sus cuestiones, le mira sin mirarle realmente y exclama sin aliento~ Estoy bien.
Cuando el Director se aleja siguiendo a la niña, la joven pasa saliva y se atreve a mentir~ Me ha dolido un momento la cabeza pero ya me encuentro mejor... ~Ilythia comienza a escuchar las notas que el hombre le arranca al piano y ve la escena conmovida. Cree que está de más en esa habitación y no quiere dar explicaciones de sus actos, por lo que da unos pasos hacia la salida, pero el sonido constante de la melodiosa tonada, la hace desistir y se volca hacia ellos.
Se acerca lentamente, dudosa de donde pararse hasta que sus pasos terminan a un lado del piano. Apoya una mano en la vieja madera, sintiendo la vibración de la misma y se da cuenta que el piano está lleno de polvo, como si nadie lo tocara o viera. No puede dejar de notar el cambio en la actitud de Alice; la sonrisa de ella es constante, como si la melodía le pudiera susurrar palabras al oído que ni su padre ni yo pudieramos escuchar. En cambio su mirada, es un ausente cielo que tiene nubes que impiden ver a través de el. No quiere observar a la niña pero es irremediable hacer un comparativo entre padre e hija y ver que es hermosa pero especial. Los ojos del Director son diferentes, fuertes como el cielo que anuncia la proxima tormenta pero calmos como cuando ésta pasa. La joven se pregunta de qué color serían los ojos de la madre de la pequeña, pero comprende que sería descortés preguntar. En los días que ha estado ahí, nada de la vida privada del Director se ha mencionado.
Ilythia teme interrumpir el improvisado concierto pero siente la obligación de decir algo~ Disculpe mi atrevimiento al entrar aquí, pero necesitaba un lugar para meditar y al pasear por los pasillos me he perdido ~La chica en su mente no miente, solo da la versión de los hechos a como ella lo ha visto, se cuida de no prometer algo que no piensa cumplir y sin embargo se truena los dedos denotando nerviosismo al agregar~ He visto esta puerta abierta y entré sin más ... ~Al decir esto, ve alrededor y nota cosas en las que antes no reparó~ Ahora entiendo porque Alice gusta de este lugar, tiene cierto encanto y la música de ambiente es bonita ~Vuelve a ver al Director y pregunta intentando romper el hielo~ ¿Estudió piano de pequeño o es un talento adquirido a conciencia? ~Sonríe divertida y expresa~ Sinceramente no le imagino en una escuela de música, por lo que me inclino a creer que su madre era fanática de las buenas maneras y lo hizo estudiar ~Su madre también en algún momento lo quiso así pero ella se excusaba diciendo que la pintura le venía más~ Madre quería eso para mí , pero el pintar me agrada más. ¿Pinta usted, señor Director? ~Ilythia razona que la pintura quizás sea una buena terapia para Alice y añade~ ¿Pinta, Alice? Puede llevarla a pintar conmigo si quiere, no me importaria enseñarle ~La joven dice esto porque Alice le recuerda a Darina y Alyssa. La rubia estaba enseñándoles a pintar cuando todo sucedió y después las gemelas le tuvieron tanto miedo que apenas si soportaban estar cerca de ella en la mesa. Ilythia ve a la niña y le sonrié cálidamente, como le gustaría sonreírle a sus hermanitas. Irónicamente las extraña, aunque sabe que las niñas a ella, no.
Se muerde el labio mientras espera la respuesta del Director, del cual solo sabe el apellido.
Cuando el Director se aleja siguiendo a la niña, la joven pasa saliva y se atreve a mentir~ Me ha dolido un momento la cabeza pero ya me encuentro mejor... ~Ilythia comienza a escuchar las notas que el hombre le arranca al piano y ve la escena conmovida. Cree que está de más en esa habitación y no quiere dar explicaciones de sus actos, por lo que da unos pasos hacia la salida, pero el sonido constante de la melodiosa tonada, la hace desistir y se volca hacia ellos.
Se acerca lentamente, dudosa de donde pararse hasta que sus pasos terminan a un lado del piano. Apoya una mano en la vieja madera, sintiendo la vibración de la misma y se da cuenta que el piano está lleno de polvo, como si nadie lo tocara o viera. No puede dejar de notar el cambio en la actitud de Alice; la sonrisa de ella es constante, como si la melodía le pudiera susurrar palabras al oído que ni su padre ni yo pudieramos escuchar. En cambio su mirada, es un ausente cielo que tiene nubes que impiden ver a través de el. No quiere observar a la niña pero es irremediable hacer un comparativo entre padre e hija y ver que es hermosa pero especial. Los ojos del Director son diferentes, fuertes como el cielo que anuncia la proxima tormenta pero calmos como cuando ésta pasa. La joven se pregunta de qué color serían los ojos de la madre de la pequeña, pero comprende que sería descortés preguntar. En los días que ha estado ahí, nada de la vida privada del Director se ha mencionado.
Ilythia teme interrumpir el improvisado concierto pero siente la obligación de decir algo~ Disculpe mi atrevimiento al entrar aquí, pero necesitaba un lugar para meditar y al pasear por los pasillos me he perdido ~La chica en su mente no miente, solo da la versión de los hechos a como ella lo ha visto, se cuida de no prometer algo que no piensa cumplir y sin embargo se truena los dedos denotando nerviosismo al agregar~ He visto esta puerta abierta y entré sin más ... ~Al decir esto, ve alrededor y nota cosas en las que antes no reparó~ Ahora entiendo porque Alice gusta de este lugar, tiene cierto encanto y la música de ambiente es bonita ~Vuelve a ver al Director y pregunta intentando romper el hielo~ ¿Estudió piano de pequeño o es un talento adquirido a conciencia? ~Sonríe divertida y expresa~ Sinceramente no le imagino en una escuela de música, por lo que me inclino a creer que su madre era fanática de las buenas maneras y lo hizo estudiar ~Su madre también en algún momento lo quiso así pero ella se excusaba diciendo que la pintura le venía más~ Madre quería eso para mí , pero el pintar me agrada más. ¿Pinta usted, señor Director? ~Ilythia razona que la pintura quizás sea una buena terapia para Alice y añade~ ¿Pinta, Alice? Puede llevarla a pintar conmigo si quiere, no me importaria enseñarle ~La joven dice esto porque Alice le recuerda a Darina y Alyssa. La rubia estaba enseñándoles a pintar cuando todo sucedió y después las gemelas le tuvieron tanto miedo que apenas si soportaban estar cerca de ella en la mesa. Ilythia ve a la niña y le sonrié cálidamente, como le gustaría sonreírle a sus hermanitas. Irónicamente las extraña, aunque sabe que las niñas a ella, no.
Se muerde el labio mientras espera la respuesta del Director, del cual solo sabe el apellido.
Re: Flores en el Ático
Los dedos de Lars se deslizaron por ese viejo piano de forma tranquila dejando que las notas empezaran a envolver la estancia. Alice se queda solo observando los dedos de su padre y luego mira la ventana con el conejo en el pecho, apretándolo de vez en cuando con sus manitas. Los decibeles de esas notas continúan su curso de forma apacible y dulce, una sonrisa se dibuja en el rostro de la niña acompañando su mirada ausente. Lars levanta sus cetrinos ojos igual que océanos que son agitados por olas frías, observan la mujer que está de lado del piano, el asiente y continua con la maestría de aquellos dedos que torturan ese viejo instrumento para emitir las ultimas notas de su pieza. Lars observa a la mujer cuando se dirige a el y escucha con atención sus palabras.
-Está bien –dice con hilo de voz y Alice acerca uno de sus dedos para tocar una nota del piano- muchos se pierden en este lugar, no se preocupe… por eso hay interruptores al final de los pasillos…-observa sus movimientos escrutándola, mientras que la niña suelta una risita haciendo otra nota en el piano, Lars suspira sin mirarla, solo tiene su atención sobre su paciente- Estudié piano desde niño…parece ahora usted mi doctora señorita Leviatan…-Lars sonríe de forma carismática – Mi madre era músico, ella me enseñó… mi padre era médico. ¿Usted también toca el piano? –pregunta con precaución, la mujer está haciendo demasiadas preguntas, puede ser el nerviosismo o la incertidumbre o el mismo diagnóstico que la trajo aquí, piensa el hombre mientras vuelve un momento su mirada a su hija que se distrae tocando otras notas – No, no pinto…-mira a Alice y luego a la joven- A Alice le gustan otras cosas… entre ellas no está la pintura. -dice de forma seca, puesto no le gusta que se metan en sus asuntos- Tal vez en otra ocasión –dice de solo por educación- ¿Qué pasa con Alice señorita Levietan? ¿Le recuerda a alguien? –el sabe lo de sus hermanas, puesto recuerda su expediente, es un hombre estudioso y le gusta conocer a fondo las problemáticas de sus pacientes- ¿Me dijo que le dolía la cabeza? ¿Es verdad? –Se pone de pie y de su saco saca una lamparilla para acercarse a ella y hacerle un chequeo rápido, le ilumina lo ojos, le toca con una de sus manos el cuello donde está la garganta, al parecer está bien, apaga la lamparilla- Pase a enfermería le daré algo para los dolores de cabeza… tal vez no es nada…
Los diminutos dedos suenan insistentes sobre el piano y ahora el conejo también está sobre este paseando sin nota alguna emitiendo ruidos, Lars mira a Alice y ella solo sigue con sus notas. Su padre le vuelve acomodar las manos para enseñarle a tocar, pero vuelve hacer lo mismo, retira las manos y aprieta el conejo en su pecho, lo mira unos segundos y luego mira la ventana.
-Puede acompañarnos señorita Leviatan… -le dice mientras corre un taburete para que se siente la mujer y el vuelve a tomar asiento a lado de la niña y empezar a tocar un poco- ¿Desde qué edad empezó a pintar? ¿Pinta en este lugar? ¿Me puede enseñar sus pinturas?
Lars HenrikVigilantes - Mensajes : 111
Edad : 48
Empleo /Ocio : Director de Lost Heaven
Re: Flores en el Ático
Toma asiento, un poco seria, en el taburete que amablemente acerca el Director después que la osculta. A ella no le gusta que la toquen sin su consentimiento, es por eso que durante el mismo, no dijo palabra alguna intentando reprimir un escalofrío y las ganas de decirle que no la toque. Pero logró controlarse, sobre todo por la presencia de la niña y porque no quiere parecer una desquiciada. La rubia no permite deliberadamente que los recuerdos la agobien, pero cuando estos llegan sin tocar, es imposible que los eche sin sufrir.
Ilythia se dió cuenta, por las preguntas y respuestas dadas, que antes que ser médico es como cualquier padre, desconfiado. Ella también lo sería de estar en su lugar, ¿y como no serlo? ¿Acaso esa temporada. que ella quería pensar eran vacaciones, no eran otra cosa que reclusión hospitalaria? Es por esto que solo sonrió, cuando educadamente declinó su oferta; no se siente ofendida, pero si divertida de haberle arrancado una sonrisa al serio rostro.
Vuelve su vista hacia el paisaje que alcanza a apreciar desde donde está sentada y respondé sin mirarlo, restándole importancia al asunto~ Como le dije hace un momento, señor Director, mis intereses estaban en otra parte y no en las clases de piano que Madre me obligó a tomar ~Le mira por un momento al decir firmemente pero con un toque de camadarería~ Si, si se tocar el piano, no tan bien como Usted pero lo hago ~La joven se levanta de donde estuvo sentada y camina hacia la ventana. Se para frente a ella sin mirar la lejanía en realidad, porque solo ve su propio imagen en el reflejo del vidrio. Recuerda a las gemelas y siente un pequeño estremecimiento, como cuando de niña le quitaban un premio dado por decir alguna impertinencia frente a los mayores. El reflejo de sus ojos se aprecia profundo y en un momento sus ojos azules se empañan. Suspira y aclara~ Alice... su pequeña Alice, me recuerda a mis hermanas, Darina y Alyssa ~Baja la mirada un poco triste y aclara su garganta antes de hablar~ Me recuerda a mí misma; me recuerda lo que pudo ser y no es... ni será ~Ilythia se vuelve y recarga su espalda en el ventanal al decir~ Si le molesta, no le miro más ~Sin dejar de mirarlos, se sienta en el banco y comienza a jugar con sus dedos sobre el polvoriento piano. Dibuja figuras con sus dedos, figuras que no tienen forma ni explicación~ No es mi intención ponerle nerviosa ~De pronto se detiene en su juego y busca solo los ojos del Director~ Ni a ella ni a Usted ~Dice esto mientras le observa fijamente, no como paciente, no como mujer, sino como la persona en la que muta cuando quiere hacerse escuchar.
Cuando está segura de que lo ha dejado claro, vuelve a su posición original y sigue con el diálogo que se ha ido formando entre pausas y música de piano~ Señor Director, ¿a qué edad se comienza a respirar? ~Pregunta sarcástica pero luego añade normal~ Pintar para mí era una asignatura más, un momento de tranquilidad para mis padres, un segundo de soledad para mí ~Fija su mirada en el rostro del Director, entonando un tono de burla al decir~ Desgraciadamente no puedo mostrarle mis pinturas anteriores; como bien debe saber, no me fue posible elegir lo que traje a mi estancia aquí, Madre se encargó de eso... se encarga de todo ~La joven baja la mirada y toca la linea del cuello de su blusa~ Incluso eligió la ropa que porto ahora ~Se olvida por un momento que está frente a él y añade~ Tiene buen gusto pero le hace falta juventud ~Deja de tocar su ropa y baja las manos, cruzándolas sobre su pecho~ Seguro Madre enviará mis pinturas uno de estos días y podré pintar algo que mostrarle, ella se encarga de todo y de todos, menos de ella misma ~Las palabras se arrastran sobre la música y parecen un reclamo pero Ilythia solo se queja veladamente~ Si la hubiera dejado, estoy segura que elegiría mi vida, mi marido y el número de hijos por tener ~Se siente incómoda al hablar de su madre, como si en verdad no se hubiera saltado la terapia. Sin embargo prefiere hablar con él que con los otros, por lo menos hoy, asi que finge su mejor sonrisa y pregunta~ Señor Director, ¿su madre le quería; usted le quería a ella?
Ilythia se dió cuenta, por las preguntas y respuestas dadas, que antes que ser médico es como cualquier padre, desconfiado. Ella también lo sería de estar en su lugar, ¿y como no serlo? ¿Acaso esa temporada. que ella quería pensar eran vacaciones, no eran otra cosa que reclusión hospitalaria? Es por esto que solo sonrió, cuando educadamente declinó su oferta; no se siente ofendida, pero si divertida de haberle arrancado una sonrisa al serio rostro.
Vuelve su vista hacia el paisaje que alcanza a apreciar desde donde está sentada y respondé sin mirarlo, restándole importancia al asunto~ Como le dije hace un momento, señor Director, mis intereses estaban en otra parte y no en las clases de piano que Madre me obligó a tomar ~Le mira por un momento al decir firmemente pero con un toque de camadarería~ Si, si se tocar el piano, no tan bien como Usted pero lo hago ~La joven se levanta de donde estuvo sentada y camina hacia la ventana. Se para frente a ella sin mirar la lejanía en realidad, porque solo ve su propio imagen en el reflejo del vidrio. Recuerda a las gemelas y siente un pequeño estremecimiento, como cuando de niña le quitaban un premio dado por decir alguna impertinencia frente a los mayores. El reflejo de sus ojos se aprecia profundo y en un momento sus ojos azules se empañan. Suspira y aclara~ Alice... su pequeña Alice, me recuerda a mis hermanas, Darina y Alyssa ~Baja la mirada un poco triste y aclara su garganta antes de hablar~ Me recuerda a mí misma; me recuerda lo que pudo ser y no es... ni será ~Ilythia se vuelve y recarga su espalda en el ventanal al decir~ Si le molesta, no le miro más ~Sin dejar de mirarlos, se sienta en el banco y comienza a jugar con sus dedos sobre el polvoriento piano. Dibuja figuras con sus dedos, figuras que no tienen forma ni explicación~ No es mi intención ponerle nerviosa ~De pronto se detiene en su juego y busca solo los ojos del Director~ Ni a ella ni a Usted ~Dice esto mientras le observa fijamente, no como paciente, no como mujer, sino como la persona en la que muta cuando quiere hacerse escuchar.
Cuando está segura de que lo ha dejado claro, vuelve a su posición original y sigue con el diálogo que se ha ido formando entre pausas y música de piano~ Señor Director, ¿a qué edad se comienza a respirar? ~Pregunta sarcástica pero luego añade normal~ Pintar para mí era una asignatura más, un momento de tranquilidad para mis padres, un segundo de soledad para mí ~Fija su mirada en el rostro del Director, entonando un tono de burla al decir~ Desgraciadamente no puedo mostrarle mis pinturas anteriores; como bien debe saber, no me fue posible elegir lo que traje a mi estancia aquí, Madre se encargó de eso... se encarga de todo ~La joven baja la mirada y toca la linea del cuello de su blusa~ Incluso eligió la ropa que porto ahora ~Se olvida por un momento que está frente a él y añade~ Tiene buen gusto pero le hace falta juventud ~Deja de tocar su ropa y baja las manos, cruzándolas sobre su pecho~ Seguro Madre enviará mis pinturas uno de estos días y podré pintar algo que mostrarle, ella se encarga de todo y de todos, menos de ella misma ~Las palabras se arrastran sobre la música y parecen un reclamo pero Ilythia solo se queja veladamente~ Si la hubiera dejado, estoy segura que elegiría mi vida, mi marido y el número de hijos por tener ~Se siente incómoda al hablar de su madre, como si en verdad no se hubiera saltado la terapia. Sin embargo prefiere hablar con él que con los otros, por lo menos hoy, asi que finge su mejor sonrisa y pregunta~ Señor Director, ¿su madre le quería; usted le quería a ella?
Re: Flores en el Ático
Los dedos de Lars vuelven a emitir sonidos los cuales son sublimes ante ese arte. Observa a la rubia de vez en cuando y ejecuta esa pieza para la niña que observa únicamente la ventana. El asiente al escuchar la respuesta de la demanda y solo se queda en silencio unos momentos en lo que termina su melodía. Anota en su mente sobre las clases de piano que la madre obliga a la joven a tomar. Alice hace un sonido gutural cuando le tapan la visión de la ventana y aporrea el conejo sobre el teclado. Las sin dejar la atención sobre su paciente mira a Alice molesta y la toma en brazos ella apoya su cabeza sobe su hombro y aprieta la gabardina de su padre con sus manitas.
Datos son los que empezaban a formularse en su cabeza, todos aquellos datos de información.
-Nadie le ha prohibido nada señorita Leviatan, aquí somos libres de hacer y decir, sin embargo, considero que el control y el respeto es importante. Usted no molesta a nadie. -Alice mira a la mujer cuando esta toma asiento y le sonríe levemente y sujeta de una oreja al conejo que tiene en una de sus manos- Respiramos desde que somos unas células, necesitamos oxigeno para sobrevivir. Pero desde el momento que salimos del vientre materno, es cuando empezamos a respirar por nuestra cuenta, sin la ayuda de nuestra madre.
El nota todas esas acotaciones que tienen tonos diferentes y solo se queda callado mientras Alice mete su manita en el cabello de su padre y deja caer a Trix al piso haciendo un sonido entre llanto y desesperación. Esto hace que la atención de Lars hacia la mujer se desconecte y observe el conejo en el piso, lo levanta y lo deja sobre el piano. Alice se queda callada y suspira. Regresa la mirada nuevamente con un azul celeste, agitado, escuchando, anotando mentalmente todas las cosas que le dice la mujer, sobre su madre.
Alice esconde el rostro en el cuello de su padre y lo abraza fuerte, ella nunca tuvo una madre, solo a Trisha que la cuida. Siempre ha tenido a Lars, únicamente a Lars desde el día que nació.
-Sí, adoraba a mi madre, era una excelente cocinera y artista…nuestra madre nos quería a todos por igual…-Alice gime y cierra los ojos…-Bueno, tengo que marcharme, será mejor que nos acompañe, no se puede quedar sola en este lugar. ¿Ya tomó su cena señorita Leviatan? Si gusta podría acompañarnos a cenar.
Lars se puso de pie agarrando al conejo sobre el piano y tapando el teclado con ese rechinar viejo de la madera. Le da la mano a la mujer para ayudarla a levantar aun teniendo a la niña en sus brazos como si fuera un koala.
-¿Le están atendiendo bien?...-pregunta mientras se adelanta a la puerta y abre con el muñeco en una mano- Muchos se han quejado de la comida…
Datos son los que empezaban a formularse en su cabeza, todos aquellos datos de información.
-Nadie le ha prohibido nada señorita Leviatan, aquí somos libres de hacer y decir, sin embargo, considero que el control y el respeto es importante. Usted no molesta a nadie. -Alice mira a la mujer cuando esta toma asiento y le sonríe levemente y sujeta de una oreja al conejo que tiene en una de sus manos- Respiramos desde que somos unas células, necesitamos oxigeno para sobrevivir. Pero desde el momento que salimos del vientre materno, es cuando empezamos a respirar por nuestra cuenta, sin la ayuda de nuestra madre.
El nota todas esas acotaciones que tienen tonos diferentes y solo se queda callado mientras Alice mete su manita en el cabello de su padre y deja caer a Trix al piso haciendo un sonido entre llanto y desesperación. Esto hace que la atención de Lars hacia la mujer se desconecte y observe el conejo en el piso, lo levanta y lo deja sobre el piano. Alice se queda callada y suspira. Regresa la mirada nuevamente con un azul celeste, agitado, escuchando, anotando mentalmente todas las cosas que le dice la mujer, sobre su madre.
Alice esconde el rostro en el cuello de su padre y lo abraza fuerte, ella nunca tuvo una madre, solo a Trisha que la cuida. Siempre ha tenido a Lars, únicamente a Lars desde el día que nació.
-Sí, adoraba a mi madre, era una excelente cocinera y artista…nuestra madre nos quería a todos por igual…-Alice gime y cierra los ojos…-Bueno, tengo que marcharme, será mejor que nos acompañe, no se puede quedar sola en este lugar. ¿Ya tomó su cena señorita Leviatan? Si gusta podría acompañarnos a cenar.
Lars se puso de pie agarrando al conejo sobre el piano y tapando el teclado con ese rechinar viejo de la madera. Le da la mano a la mujer para ayudarla a levantar aun teniendo a la niña en sus brazos como si fuera un koala.
-¿Le están atendiendo bien?...-pregunta mientras se adelanta a la puerta y abre con el muñeco en una mano- Muchos se han quejado de la comida…
Lars HenrikVigilantes - Mensajes : 111
Edad : 48
Empleo /Ocio : Director de Lost Heaven
Re: Flores en el Ático
Ilythia toma la mano del director con delicadeza y se levanta del banco donde estuvo sentada. Le sonríe a la niña que esconde de nuevo su rostro en el pecho de su padre y avanza lentamente detrás de ellos, dando pasitos ligeros y viendo ocasionalmente lo que deja: un reciento apacible. Ahora entiende as razones que tiene Alice de venir al ático de cuando en cuando; decide que de poder, ella también lo hará, aunque echará de menos la música y la conversación que mantuvo con el hombre; claro, ella puede tocar pero la plática no la tendrá.
Finalmente se da la vuelta y agradece la invitación acomodando su cabello sin dejar de mirar el rostro del director~ Gracias, será un placer acompañarlos a cenar. La comida me ha parecido normal, nada que elogiarse pero tampoco nada de lo cual quejarse ~Dicho esto cruza frente a él y sale al angosto pasillo. Sin embargo se detiene y espera que él camine delante, lo cual justifica diciendo~ No quiero perderme de nuevo señor Director, asi que muestre usted el camino, por favor ~La rubia le sonríe amistosamente y piensa que la estancia en Lost Heaven no tiene porque ser tan díficil como creyó, quizás se iría con un amigo de aquí, quizás...
Mientras avanzan a paso normal, Ilythia ve la espalda del hombre y por un instate estira su mano para tocarla, pero en el último momento desiste de ese toque prohibido y baja la mano avergonzada. Intentando rellenar el silencio que se ha hecho, se acerca un poco y pregunta~ ¿La institución no hace viajes al pueblo? No creo que sea necesario recordarle que un poco de distracción, hace milagros en las terapias, señor Director... ~Ilythia se muerde el labio nerviosa y se cansa de llamarle señor director, asi que en tono formal, le pregunta~ ¿Cuál es su nombre, señor Director? ~Antes de que el pueda responder, añade jovialmente~ Y no me refiero a su apellido, señor Henrik, sino a su nombre de pila ~La joven espera que no se moleste por las atribuciones que se está tomando, pero siente la confianza de hacerlo.~ Usted puede llamarme Ilythia de vez en cuando, no siempre tiene que decirme "Señorita Leviatan" ~Concede la joven a cambio, pero después añade con un aire desconsolado~ Aunque se que no lo hará ~Su mirada cae hacia los movimientos de sus pies pero un segundo después vuelve a ver el camino a seguir~ Es usted demasiado profesional para permitírselo, ¿no es así, Director Henrik? ~Ilythia sonríe al hablar y espera que él lo note al escuchar su tono de voz~ Lo se intuyo, pero espero que haga conmigo una concesión.
Finalmente se da la vuelta y agradece la invitación acomodando su cabello sin dejar de mirar el rostro del director~ Gracias, será un placer acompañarlos a cenar. La comida me ha parecido normal, nada que elogiarse pero tampoco nada de lo cual quejarse ~Dicho esto cruza frente a él y sale al angosto pasillo. Sin embargo se detiene y espera que él camine delante, lo cual justifica diciendo~ No quiero perderme de nuevo señor Director, asi que muestre usted el camino, por favor ~La rubia le sonríe amistosamente y piensa que la estancia en Lost Heaven no tiene porque ser tan díficil como creyó, quizás se iría con un amigo de aquí, quizás...
Mientras avanzan a paso normal, Ilythia ve la espalda del hombre y por un instate estira su mano para tocarla, pero en el último momento desiste de ese toque prohibido y baja la mano avergonzada. Intentando rellenar el silencio que se ha hecho, se acerca un poco y pregunta~ ¿La institución no hace viajes al pueblo? No creo que sea necesario recordarle que un poco de distracción, hace milagros en las terapias, señor Director... ~Ilythia se muerde el labio nerviosa y se cansa de llamarle señor director, asi que en tono formal, le pregunta~ ¿Cuál es su nombre, señor Director? ~Antes de que el pueda responder, añade jovialmente~ Y no me refiero a su apellido, señor Henrik, sino a su nombre de pila ~La joven espera que no se moleste por las atribuciones que se está tomando, pero siente la confianza de hacerlo.~ Usted puede llamarme Ilythia de vez en cuando, no siempre tiene que decirme "Señorita Leviatan" ~Concede la joven a cambio, pero después añade con un aire desconsolado~ Aunque se que no lo hará ~Su mirada cae hacia los movimientos de sus pies pero un segundo después vuelve a ver el camino a seguir~ Es usted demasiado profesional para permitírselo, ¿no es así, Director Henrik? ~Ilythia sonríe al hablar y espera que él lo note al escuchar su tono de voz~ Lo se intuyo, pero espero que haga conmigo una concesión.
Re: Flores en el Ático
Lars observa por un momento a la mujer y se queda callado. Alice clama su pequeño Trix y su padre se lo da, lo coge con una mano de la oreja, haciendo que este muñeco cuelga inestable sobre la espalda de su padre. El hombre sonríe a medias por el comentario de la comida y deja que salga la muchacha primero, la secunda y cierra la puerta a sus espaldas.
-Es por aquí –dice Lars mostrándole el pasillo con la mano desocupada, se adelanta un momento mientras la chica queda a sus espaldas Alice mira a la mujer y se detiene, se vuelve para observarla y esperarle que se empareje- No, no solemos hacer viajes al pueblo, no es una institución de recreación, tenemos mucho espacio para que los internos se entretengan, el pueblo puede tentar a muchos que padecen adicciones.
Mientras camina con esos pasos largos pensando en aquellos viajes, y sigue creyendo que no sería bueno, al menos no para los que tienen problemas graves en la cabeza.
-Llámame Lars. –El asiente ante la petición informal, espera que en ese aspecto esta muchacha pueda darle más información sobre su estado y ella se cure- Lo haré si le parece… o si se siente más cómoda.
Pasamos los pasillos para empezar a bajar las escaleras, los elevadores aun no los terminaban de reparar. Mientras bajan para llegar al siguiente piso y luego al siguiente donde está el comedor.
-Es por aquí –dice Lars mostrándole el pasillo con la mano desocupada, se adelanta un momento mientras la chica queda a sus espaldas Alice mira a la mujer y se detiene, se vuelve para observarla y esperarle que se empareje- No, no solemos hacer viajes al pueblo, no es una institución de recreación, tenemos mucho espacio para que los internos se entretengan, el pueblo puede tentar a muchos que padecen adicciones.
Mientras camina con esos pasos largos pensando en aquellos viajes, y sigue creyendo que no sería bueno, al menos no para los que tienen problemas graves en la cabeza.
-Llámame Lars. –El asiente ante la petición informal, espera que en ese aspecto esta muchacha pueda darle más información sobre su estado y ella se cure- Lo haré si le parece… o si se siente más cómoda.
Pasamos los pasillos para empezar a bajar las escaleras, los elevadores aun no los terminaban de reparar. Mientras bajan para llegar al siguiente piso y luego al siguiente donde está el comedor.
Lars HenrikVigilantes - Mensajes : 111
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